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Editorial Independiente de Venezuela

Félix Gutiérrez: «Me gustaría ser recordado como “un tipo que escribía”»

¿Cuál es tu nombre completo? ¿Te gusta tu nombre? ¿Por qué?

-Félix Eduardo Gutiérrez Canelón. El nombre de Félix no me gusta mucho, pero cuando lo asocian al personaje animado de la época del cine mudo, el Gato Félix o Félix El Gato, me parece simpático. Me gusta más el nombre de Eduardo, pero como llevo el mismo nombre de mi papá, Félix Eduardo, a él lo acostumbraron llamar Eduardo, y para diferenciarnos, a mí me llamaban Félix. De esta manera me habitué a ese nombre. Muchos en mi familia llevan el nombre: abuelos, tíos, primos. Félix Ramón, Félix Eduardo, Félix José, son algunos. Creo que este nombre, en los venezolanos, rinde homenaje al héroe de la Independencia suramericana, el caraqueño José Félix Ribas. A mí me gusta más el nombre completo: Félix Eduardo, pero así me llaman muy pocas personas, los familiares más próximos.

¿Dónde naciste? ¿Hay algo del lugar donde naciste que lleves marcado en tu personalidad?

-Nací en Barquisimeto, pero he vivido en Maracaibo, Mérida y Caracas, de manera que llevo marcado en mi personalidad cada uno de estos lugares. Creo que de Barquisimeto tengo su acento, su solidaridad y hospitalidad. De Maracaibo llevo su sol, su clima y el vivir caribeño. Me siento muy identificado con el ser Caribe, quizás porque mi abuelo paterno venía de La Guaira, por eso en Maracaibo también me siento en casa. Pero como me gusta la vida del Caribe, también me siento absolutamente identificado con los lugares de montaña, quizás porque nuestro país es así: una mezcla de mar, montañas, llanuras, una gran mezcla de razas, culturas e identidades. Me seducen los lugares de cumbres,  picos y serranías, especialmente la de los Andes. Mérida es uno de los lugares donde he sido feliz.

¿En qué país del mundo te gustaría vivir y por qué?

Brasil, de hecho, creo que es el país en donde he estado más tiempo, después de Venezuela. Me gusta su idioma, su música, su cine y su vida cultural. También me gusta Argentina. Buenos Aires me parece que es la capital de América Latina, y que me disculpen los uruguayos, que cuando dije esto a unos amigos de ese país, me querían “ahorcar”. Me encanta Cuba, las calles de La Habana y su gente, su música, su son Caribe. También Puerto Rico. En esas islas del Caribe, igualmente, he sido feliz; y me gustaría vivir en ambos sitios. Fuera de América Latina me  interesan Italia, Francia, España, Portugal, los países que tienen relación con América Latina, por el idioma, su historia y culturas vinculantes con nosotros.

¿Qué estudiaste? ¿Cuál es tu verdadera vocación? ¿A qué te dedicas?

-Estudié Comunicación Social en Maracaibo, Ciencias Políticas en Caracas y actualmente estudio Cine y Artes en Barquisimeto. Me preparé como periodista porque quería escribir y me pareció que esa carrera era una maravillo forma de comenzar hacerlo. El tiempo me dio la razón. Mi verdadera vocación es la escritura. Afortunadamente he vivido del periodismo. Cuando haces un buen periodismo escrito, de una u otra forma vives de la escritura.

¿Qué época de la historia de la humanidad admiras más? ¿Por qué?

-Entre finales del XVIII y principios del XIX, particularmente el proceso de independencia suramericana. Quizás porque a los venezolanos nos forman, desde el punto de vista histórico, en el contexto de la Independencia, y esa impronta crece con nosotros. Luego, cuando vas conociendo a profundidad los hechos de aquel momento, te enamoras más de ese período histórico. De hecho, a veces, me he preguntado: ¿si hubiese vivido aquella época histórica qué personaje sería? También me hubiese gustado vivir entre la década de los años 50 y 60, etapa que revolucionó el siglo XX.

¿Qué figura histórica repudias?

-Muchas. Por la proximidad geográfica, las dictaduras que plagaron América Latina en el siglo XX. Quizás también por este argumento, y por la proximidad que he tenido con los chilenos exiliados de ese país, a Augusto Pinochet; también a Jorge Rafael Videla, de la dictadura Argentina, por la proximidad con los exiliados que llegaron a Venezuela de esa nación. Repudio las dictaduras.

¿Cuál es tu película y actor cinematográfico favorito?

-Todas las películas de Charles Chaplin, especialmente “Tiempos modernos” (1936), “Luces de la ciudad” (1931), “El gran dictador” (1940) y “La quimera de oro” (1925). Siguiendo este argumento, mi personaje favorito, sin duda alguna: Charlot. En la medida que se narra más con imágenes, se hace más cine. Esa cualidad la tuvo el cine mudo. De allí mi admiración.

¿Quién es tu músico preferido? ¿Cuál canción podría ser la banda sonora de tu vida?

-En realidad no tengo uno, tengo muchos. Voy a nombrar algunos de una de mis épocas más felices, la de la universidad: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Chico Buarque, Caetano Veloso, María Bethânia, Gal Costa, Milton Nascimento, Gilberto Gil. También soy amante de la “salsa brava” y de todos los géneros históricos de la percusión del Caribe. De estos músicos nombraría a Héctor Lavoe, Rubén Blades, Joe Arroyo. Quizás una banda sonora para cada etapa de mi vida. “O Leãozinho” de Caetano Veloso, “Periódico de ayer” de Catalino “Tito Curet” Alonso, “En los años 1600” de Joe Arroyo. De Venezuela, Simón Díaz, Cecilia Todd, Carota, Ñema y Tajá.

¿Qué opinas del suicidio?

-No lo comparto, pero de una u otra manera lo entiendo. Esta decisión, generalmente, se toma en un contexto emocional que la persona no puede controlar.

¿Qué cambiarías de tu personalidad?

-No estoy seguro, creo que nada. En todo caso me he arrepentido de decisiones que he tomado, en buena medida, producto de mi personalidad. Estas experiencias me han servido para no cometer los mismos errores.

¿Le temes a la muerte?

-No, tampoco entiendo por qué uno debe morir con dolor. Me gustaría morir feliz. Estar consciente de que me estoy muriendo, pero vivirla con felicidad, sin dolor físico ni emocional. La muerte es parte del proceso de la vida.

-Si tu vida tuviera propósito ¿Cuál crees que sería?

-No sé si tiene propósito o no, pero todo lo que hago siento que tiene una finalidad. Estoy seguro que escribir es una de las mejores formas de buscar mi motivo de vida.

¿Puedes resumir en pocas palabras de que trata tu libro?

“Desaparecidos en el páramo” es un reportaje de largo aliento periodístico, literario y testimonial sobre montañistas, excursionistas y campesinos desaparecidos en las sierras Nevada y La Culata de Mérida, Venezuela. Muestra casos e hipótesis que se han tejido en torno a las personas desaparecidas en estos parajes de los Andes, que van desde la simulación voluntaria de una desaparición por razones inconfesables, hasta la presencia de Ovnis, asesinatos por parte de grupos irregulares que operan en los páramos y personas organizadas en torno a sectas religiosas, contrabando de drogas, armas y jóvenes. También versiones de carácter mítico-religiosas: la presencia de “encantos” en lagunas, riscos y nieblas que pueblan los páramos, así como hipótesis relacionadas con las características geográficas de las montañas.

¿Cómo te describirías literariamente hablando?

-Soy un cazador de historias, así me defino como escritor de ficción y no ficción. Siempre estoy a la caza de una buena presa y ésta tiene que ser una buena historia para contar a través de la crónica, el reportaje o el cuento, mis géneros predilectos de la narrativa. También me siento como un nadador. Me gusta moverme entre dos aguas, las del periodismo y la literatura.

 ¿Crees que tu escritura tiene alguna utilidad?

-Cuando una persona me da las gracias por un reportaje, una crónica o una reseña escrita por mí, siento que la escritura tiene una utilidad. Cuando me dicen que un reportaje los ayudó a resolver un problema, o se sintieron identificados con una crónica o les gustó un cuento escrito por mí, allí también siento la utilidad de la escritura.

 ¿Qué razón te motiva a escribir?

-Contar historias, especialmente, las que no se conocen, y las que se conocen darle otros matices, presentar otras perspectivas.

 ¿Qué sientes al ponerle punto final a una obra?

-Respiro hondo y digo: “terminé”. Me genera una gran felicidad y placer. Soy un hombre lúdico, me mueve el placer; en este caso, el de escribir y acabar un buen texto.

 ¿Qué es lo más difícil de ser un escritor?

-El tiempo, la escritura requiere tiempo y concentración. Luego viene un período muy duro: la publicación. Esperar la respuesta de los lectores es una gran expectativa. Todo el proceso que vive el escritor es difícil, pero es muy apasionante. Hay que tener mucha paciencia.

 ¿Cómo descubriste que serías escritor?

Cuando supe que deseaba vivir muchas vidas y no podía, entonces comencé a recrearlas, escribiéndolas.

 ¿Tienes alguna rutina a la hora de escribir?

-La madrugada y la mañana es el momento ideal para escribir, cuando la cabeza está fresca. Aunque en las noches, cuando duermo la mente trabaja sola y me da soluciones literarias en la madrugada y en la mañana.

 ¿Qué te inspira?

-Las buenas historias, siempre las estoy buscando y las anoto para que no se me escapen.

 ¿Cuáles son los escritores o libros que más te han influenciado para escribir?

– Franz Kafka y su obra completa; Julio Cortázar y toda su obra; Gabriel García Márquez y su obra periodística más que la literaria; Julio Garmendia, muy especialmente, y todos sus cuentos. Truman Capote y el “nuevo periodismo” estadounidense.

 ¿Con cuál libro te iniciaste en el hábito lector?

-Mi padre leía mucho, leía novelas de vaqueros. Cuando estaba en la casa se pasaba horas leyenda estos libros muy delgados y pequeños. Creo que ese fue mi primer acercamiento al acto de leer; digo al acto de leer por el placer de hacerlo. Como muchos niños de la época era seguidor de las películas de vaquero, por eso me llamaba la atención las novelas que leía papá; pero estas novelas para mí no eran tan interesantes como las películas. No obstante, solamente el acto de papá de pasarse todo un día leyendo una novela de vaqueros, era para mí de una gran curiosidad: pasarse todo un día leyendo un libro. Debe ser algo demasiado interesante, me decía.  Luego, con los años, entendí el placer que sentía papá al leer sus novelas de vaqueros, no porque después me gustaran sino porque con los años entendí el placer de leer un libro durante todo un día solo por el placer de disfrutarlo.

¿Cuál es tu libro favorito y por qué?

-La novela “El proceso” (1925) de Franz Kafka, porque sigue reflejando la vida actual.

¿Cómo ves el panorama literario en Latinoamérica hoy día?

-Diverso, plural, géneros literarios cada vez más híbridos. No obstante, creo que le falta más profundidad, que deje impronta en este tiempo que vivimos.

 ¿Qué libro le recomendarías leer a Dios?

-“La Biblia” y que luego escriba una historia distinta.

 ¿Qué libro le recomendarías al presidente de la República?

-“Rebelión en la granja” (1945) de George Orwell. También de este escritor: “1984” (1948)

 ¿Quién es el escritor contemporáneo que recomendarías leer?

-Fernando Savater.

 ¿Qué libro o libros no has podido terminar de leer?

-“La Biblia”, entre muchos que he dejado en la primera página, no por flojo, porque no me atraparon. La primera línea y  la primera página son vitales en todo texto de largo aliento.

¿Tienes algún mensaje para los jóvenes que se inician en el camino de la escritura?

-Imaginar. La imaginación es clave en toda escritura, la de ficción y no ficción.

 ¿Antes de morir, qué logro en literatura quisieras tener?

-Me gustaría ser recordado como “un tipo que escribía”. Quedar en ese imaginario de la escritura sería un gran logro.

 ¿Has tenido alguna experiencia erótica (excitación) con la lectura? ¿Qué libro?

-Muchas. Toda buena lectura tiene un componente erótico, de placer. “Lolita” de Vladimir Nabokov.

Si escribieras como un pintor ¿qué pintor serías?

-Salvador Dalí