No sé cuál haya sido el común denominador; el responsable de invitar a los visitantes nocturnos a entrar en mi vida. Hay demasiadas variables y desconozco por completo, los meandros del misticismo. ¿Qué fue lo que trajo tanto fantasma a aparecerse donde quiera que yo habitara? Soy el principal sospechoso.
Me ha dado por culpar a la iglesia, a las hechiceras oaxaqueñas, a la separación de mis padres, a mi imaginación despierta, a las leyendas de mi tierra, a la genética implacable, a las enfermedades del cuerpo y hasta a las fuerzas del más allá; pero en todas, algo falla.
La iglesia, no lo niego, me llenó de engendros del averno, pero solo en sueños de terror y en remordimientos del pecado; las hechiceras, sí, algo tuvieron que ver; sin embargo, solo contribuyeron a lo que, ya me pasaba a mí. Ellas no estuvieron en los misterios de mi niñez.
De la herida que me dejó la separación de mis padres han salido canciones, poemas, reflexiones; no fantasmas ni demonios. Por mis ojos se han vertido cascadas de ilusiones, falsas esperanzas, ansiedades y visiones sueltas de mi personalidad; pero visitantes nocturnos, no. Ese es otro misterio que no puedo explicar.
En mi imaginación despierta, podría jurar, recae todo el peso de la culpa, El “éstás loco” gana. Claro, lo más fácil y flojo es culpar a la mente de crear demonios; Pero la teoría se empieza a tambalear cuando tanta gente que pasó por esas casas, salió afectada por ellos.
De una u otra forma, todo aquel que pasó noches donde viví yo, fue víctima de los visitantes nocturnos: ahuyentados, poseídos, atacados, sorprendidos, hechizados, derretidos, enfermados, invadidos, vigilados, protegidos, envenenados, embrutecidos, iluminados, oscurecidos. Algunos razonarán: enajenación colectiva; pero… ¿tantas casas?, ¿tanta gente?, ¿materialización de entes, colectiva? Se tambalea la teoría.
Me quedan pocas alternativas: ¿Seré yo el que perciba e invoque sus presencias? ¿Estará en mi familia? ¿Será que solo ciertas personas pueden sentirlos o será una esquizofrenia a nivel cultural masivo? Para mí, las respuestas están en el viento. Por lo pronto, aquí les cuento lo que he vivido.
En mi primer encuentro, mi visitante era un auténtico fantasma sin carne ni hueso. La invocación involuntaria se empezó a gestar en ese viaje en que me encontraba de nuevo. Una espiral cuyo vértigo me llevaba al infinito y de regreso y esa noche por primera vez lo pude presentir.
De pronto me hallé sumergido en una piscina negra. Se oía un silencio de otro lugar, uno que está siempre vibrando como el calor que sube del asfalto, como vibra el aire en una selva tropical. Era ese vértigo tan característico que me anunciaba la llegada de un ser sobrenatural.
Abrí los ojos y lo vi, ahí estaba parado junto mí, a la izquierda de mi cabecera. Alto y espigado pero fornido. Dos rubíes tenía encajados en su mirada certera; con cuerpo pero sin ropa, desnudo pero sin cuerpo; mueca grotesca que gritaba sin sonido como cuadro de Van Gogh.
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