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Editorial Independiente de Venezuela

Sobre el fracaso de Venezuela en el Bicentenario de Maracaibo

Sobre el fracaso de Venezuela en el Bicentenario de Maracaibo de Luis Perozo Cervantes

Hoy que se cumplen 200 años de la Declaración de Independencia de Maracaibo, quiero hablarles de mi teoría sobre el fracaso de Venezuela como país, que quizá sea muy superficial expuesta por este medio: todos los grandes males del país son culpa del centralismo caraqueño.
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En principio, la disolución de la gran Colombia estuvo medida por los intereses de la oligarquía centralista, que además de ser una de las provincia menos productivas de la gran república también era una de las más ambiciosas. Perdieron la visión subcontinental por salvaguardarse.
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Luego, las guerras civiles, desde la guerra de Maracaibo de 1848, donde masacraron a 5000 jóvenes zulianos, hasta la extensa guerra federal, que solo fue un enroque de centralistas, ya que el federalismo como proyecto siempre fue saboteado por Caracas.
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El Guzmancismo (y el post) es el perfecto ejemplo de que Caracas solo se mira el ombligo. El ataque a las provincias y a la diversidad económica, atrasó medio siglo el desarrollo agrícola del país y obligó a los bárbaros de los Andes a avanzar con la revolución Restauradora.
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Los Andinos, encabezados por Castro, y administrados por un cuarentón ambicioso como Gómez, fueron seducidos por las mieles del centralismo, e hicieron de Caracas, la Guaira y Maracay el refugio de sus crímenes y actos de corrupción, que la sociedad caraqueña aupó y disfrutó.
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Tras la muerte de Gómez ya toda la burocracia había vuelto a ser caraqueña. López Contreras había llegado con 17 años a la capital y era uno más. Y la nueva generación de políticos de Caracas, la del 28, llegaron al centro guiados por la brújula del poder. El modelo del fracaso.
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Medina Angarita fue un asesino de cualquier deseo de superación de las provincias y sus supuestas reformas en el papel eran un discurso del poder central fiscalizándolo todo. Derrocado por caraqueños, en 1945, se vio el primer revés, tímido, pero cierto.
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Parroquialización, elecciones universales y secretas, una constituyente amplia y un país en potencia, arruinado por la otra peste: los militares de alto rango, que como es previsible, tienen su sede en Caracas, cuna de todos los males. Derrocar a Gallegos, premonición del final.
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Pérez Jiménez es quizá uno de los ejemplo más conspicuos del populismo centralista: los desfiles, las corruptas obras monumentalistas, el supuesto desarrollo del interior que solo jugaba a favor de los intereses económicos del centro. Todas las carreteras llevan a Caracas.
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El puntofijismo tuvo los primeros y más verdaderos esfuerzos de desarrollo de las regiones. Las creación de escuelas en el interior por el ministerio del maestro Prieto Figueroa es solo un ejemplo, que Caracas ignora porque no le benefició.
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Caracas lo corrompe todo. Los partidos que juraron la alternancia en el poder convirtieron a la capital en una especie de oráculo donde todo tenía solución. Instituyeron el congreso como una cámara de influencias con un record de corrupción solo comparable a la actual asamblea.
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A CAP lo castigaron por atentar contra las mafias centralistas y sus lobbys. ¿Como se le ocurría a ese hombre darle a las regiones voto nominal para elegir gobernadores y alcaldes, cuando siempre fueron premios de Caracas para sus fieles servidores locales? Ese fue su pecado.
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Los 90, la década perdida, vio surgir en las regiones cierto sentimiento de progreso, que a Caracas, que vio diluida su atractivo y atención política, le dio motivos para apoyar a los insurrectos, y volcarse al discurso chavista. ¿No es Caracas el reducto eterno del chavismo?
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Todo el articulado sobre descentralización y autonomía de la constitución del 99 es letra muerta. Y el chavismo solo ha demostrado que Caracas ha vivido en una burbuja y que su gente, cortesanos por millones, poco les ha importado el sufrimiento del resto del país.
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Hoy, 200 años después de declararnos como República Democrática del Zulia, podemos entender nuestro error de apostar por la conformación de una nación cuya capital mezquina, ha actuado siempre en contra del resto del país.

Luis Perozo Cervantes