Muchos críticos, en su mayoría fracasados, intentan separar quirúrgicamente el decir del ser. Pretenden que una obra sea vista, en el mejor de los casos, como un objeto de estudio más de la ciencia positiva, y separan al autor de la realidad ficcional de la obra; como si el decir profundo de las realizaciones literarias no estuvieran estrechamente ligado con las realidades contrastables de la vida del autor. Se tachan a estos estudios holísticos de extraliterarios, en pos de un purismo textual que siempre será imposible alcanzar.
Métodos de investigación literaria como la Psicocrítica, la Semiótica o la Sociología de la Literatura, estuvieron en boga en las universidades del mundo desde finales de los años sesenta hasta muy entrada la actualidad. Grandes figuras como George Bataille, Roland Barthes, entre otros, propusieron al mundo una nueva forma de entender el universo del autor, revelando formas y decirse que contemplaban la presencia del ser en el texto, pero aún así, lo consideraban esquivo al destino de la obra.
A finales de los setenta y en los ochenta, nuevas disciplinas se abrieron paso: la hermenéutica como óptica de análisis literario; la teoría de la recepción; la literatura comparada; y el método al que queremos llegar, la crítica genética, que prepondera la investigación documental del ser del autor en la búsqueda de comprender mejor el decir, de revelar un verdadero decir de la obra.
María Cristina Solaeche Galera viene ejerciendo desde hace más de diez años, de manera sostenida y casi solitaria en el contexto nacional, la crítica genética de autores venezolanos, específicamente de poetas, desde la publicación en 2008 de su libro Poesía Venezolana Dispersa y Permanente, en cual analizó a diez autores venezolanos, revelando como su vivir transciende en su obra, justificando el cosmos lingüístico que representa la expresión de los sufrires, y construyendo una biografía poética a expensas de un mapa de fragmentos, que sostienen sus ensayos en el delgado hilo de la promoción literaria y del perfil cronológico, salvándolos para el género de La Fontaine, gracias a su pericia literaria y al buen gusto de su escritura.
Estos autores preseleccionados en su primer libro de ensayos, se vieron duplicados en su siguiente proyecto, donde reeditó los diez primeros, incluyendo trece nuevos poetas, que a través de su acertada revisión, eran reanimados del letargo general en que se encuentra nuestra historia literaria. Aún así, pasados cinco años desde esta segunda edición de 23 ensayos, la escritora Solaeche Galera, vuelve sobre sus pasos, tal como lo hacen los grandes ensayistas, para recuperar y reevaluar el trabajo realizado y enriquecerlo.
Enrique Arenas Capiello decía, que todo investigador literario que se precie de serlo, debía tener una lista de autores fetiches, a los cuales volver siempre, con los cuales experimentar las nuevas fronteras de nuestro entendimiento, cada vez que en el devenir de nuestras lecturas crezcamos en lo profundo del saber. Así no solo seríamos expertos en ese autor, sino que esa obra estudiada nos ayudaría a crecer como ensayista. Según ese precepto podríamos decir que Ismael Urdaneta ha guiado a María Cristina Solaeche Galera, por el ascenso en el empinada búsqueda de su decir como ensayista.
Esta nueva versión de su ensayo sobre El poeta legionario de Maracaibo, es más que nunca, una expresión de la crítica genética. El afán investigativo de Solaeche Galera la ha llevado a conseguir documentos extraordinarios, que hablan más profundamente de quién es Ismael Urdaneta, y cómo su vida ha estado estrechamente entrelazada a su obra poética. Nos revela la autora, una forma de verdad en el inatrapable mundo de la ficción poética. Nos muestra Solaeche Galera a un Ismael Urdaneta genuinamente vivo y en el pleno padecimiento de su ser.
Es la crítica genética una forma de asedio, de persecución a la vida del autor, de búsqueda infatigable por descubrí en las cartas, artículos de prensa, diarios personales, álbumes fotográficos, archivos, una huella fresca de la vida del escritor que nos permita sentirle a nuestro lado, saber que fue un hombre como nosotros y que en su diario contecer había una chispa de creación que lo distanció nuestro, que lo convirtió en quien nosotros deseamos leer. María Cristina Solaeche Galera, ha mantenido un asedio literario a Ismael Urdaneta que se prolonga casi por dos décadas. Primero buscando el porqué de su suicidio, luego, el por qué de la enrancia gloriosa que lo llevó del puerto de Maracaibo al Mar del Plata y allí al frente de guerra con la bayoneta de la Legión Extranjera. Ha servido esta persecución literaria, para mostrarnos a un Ismael viviente que zurce en sus versos las arenosas trincheras y moja el pan con las lágrimas solitarias de un ignorado y lisiado poeta de guerra.
Conseguir esta expresión en un ensayo no es nada fácil. Habla del compromiso intelectual y del talento comunicativo del escritor. Esta nueva y extensa versión de “Ismael Urdaneta El Poeta Legionario” es la consumación de María Cristina Solaeche Galera como la más importante ensayista venezolana en el género de la crítica genética, y una de las voces más constantes en el rescate del decir a través del ser. Loas a este trabajo de investigación que nos trae a Ismael Urdaneta de vuelta, a los 91 años de su lamentable suicidio.
Luis Perozo Cervantes
4 de marzo de 2019
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