Apuntes del encierro: Antología del cuento venezolano producido en pandemia 2020

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Esta es una Antología muy particular, reunión de textos únicos desde una perspectiva particular e histórica. Perpetuum se convertirá en visibilidad y oxigeno para “papeles guardados” si fueran otras las circunstancias. Como toda antología, esta muestra una panorámica de la producción literaria actual. Además de la temática y su tratamiento, se observa un uso del lenguaje, visión de futuro y percepción de la realidad heterogénea que vivimos. Los trece narradores son venezolanos, seis de ellos radicados en España, México, Panamá y Bolivia. He decidido presentar los cuentos en dos bloques, primero los escritores que se encuentran afuera y luego los que están encerrados dentro del país. Ambos grupos en orden alfabético de sus nombres.

Sin existencias

Descripción

Apuntes del encierro: Antología del cuento venezolano producido en pandemia 2020

Libro: Apuntes del encierro

Autores: Álvaro D’Marco (Antologista)

Género: Cuento.

Sinopsis

El mundo entero se encerró en sus casas. A mediados de marzo se dio inicio de una cuarentena radical. La peste había aparecido. Organizaciones internacionales dieron alertas sobre lo que se avecinaba y como prevenirlo. Desde el principio, lo ignoré. Pensé que no llegaría. Cuando nos alcanzó, todos tuvieron miedo. Yo me quedé en un limbo desconocido. La gente estaba aterrorizada. Salir a la calle era un riesgo mortal, cualquiera podía contagiarse. Todos con tapabocas, guantes, protocolos de desinfección. Millones de seres embozados, como quien va a un baile de mascaras. Ahora se oculta parte del rostro. No vemos la gente reír. En cuatro semanas se acabaron vidas sentimentales, otras se enfriaron y unas cuantas se avivaron. El mundo se hizo frágil e incierto.

Se instaló en la ciudad, en el país, en el orbe, el virus que vino de China. Entramos en la pandemia. Nos confinaron en la casa. Las empresas cerraron, no hay trabajo, se implementa el modo “teletrabajo” para quien puede. La noción que se transmite del mundo y de la vida por los medios y redes me hace dudar. Vivo algo que leí, vi en el cine o en una serie. El arte se adelantó a la realidad, pasamos a formar parte de una narración con poderosas tramas ficcionales. No quiero escribir esa frase, pero tendré que hacerlo: no es la vida que vivía. Me muevo como un sonámbulo, trato de escribir una novela y me siento un conspirador construyendo una historia intermedia de realidad y ficción.

Mi amiga Yamira Armas me preguntó por esos días: “¿Cuando vas a escribir sobre esto que vivimos y que es único?”. “Hay que poner distancia, escribiré de esto cuando pase”, le respondí. Después de cuarenta días comencé a tener la sensación de estar en un verdadero desastre, en un borde apocalíptico. Se especula desde la llegada de ovnis hasta la segunda venida de Cristo. La fugaz ilusión de una vida pasada la observo brumosa.

Estaba indeciso si continuar revisando la historia que escribo de mi abuelo o volver a este desafuero que habito y del cual debo dejar mi registro escrito. Volví a esta iniquidad como un escribiente interpretando un relato de medias verdades. Construyendo un modelo elíptico del mundo desconocido al que entramos, moldeados por afirmaciones que nos desdibujan.

Días después con su lenguaje particular, me volvió a preguntar “¿Y tu qué vas a hacer?”. Percibí en la pregunta el impacto de lo que quería obviar: la precariedad que nos amenaza, el desabastecimiento, la falta de efectivo, de gasolina, de libertades, la imposibilidad de salir, el efímero sustento, no saber cómo será en el futuro. “No se, esperaré a que esto termine”, contesté. Su voz me dijo: “Esto no va a terminar”, “debemos devolver lo que se nos ha dado”, “el tiempo es corto”. Supe entonces que debía construir algo, proponer una resistencia al momento. Mi perspectiva es la de un escritor. Leo, escribo, persisto, permanezco, me prolongo. Sobrevivo a una realidad que me desborda y a la que desconozco para que no me empantane. Puse mi creatividad al servicio de lo posible.

Así como yo estaba describiendo este mundo inundado de temores, e incertidumbres, bajo la egida de  gobernantes y organizaciones dudosas, otros silentes moldeaban esa realidad y creaban imaginarios en su pensamiento inconforme. Siempre he creído que la vida de cada quien es significativa y que el punto de vista de cada uno es importante. Creo en el futuro. Soy el pasado de generaciones que vendrán tanto como el futuro del encierro actual. Esa fue mi epifanía de mayo 2020.

Ahí germinó Corrección Perpetuum.

Diseñé un taller para escritores cimentado en mi experiencia y lecturas. Reuní algunos textos de los muchos que son fundamentales. Me presenté como un hombre de oficio, mi obra, como decía Camus, es una obra en formación. Era mi única forma de zanjar el silencio y la absurda situación que nos envuelve. Brindaría mi conocimiento a otros seres encerrados queriendo expresar su sentir. Decidí hacerlo en un formato único, personalizado, mediante sesiones individuales, utilizando las tecnologías que la cuarentena populariza. Por último  pensé en ofrecer lo que mas desea quien escribe. Verse publicado.

Hable con Luis Perozo Cervantes, editor de La Sultana del Lago editores, le propuse la posibilidad de apoyar a mi propuesta: que los  textos derivados del taller, con merito literario suficiente, fuesen publicados por su casa editorial. Le pareció viable. No solo se comprometió a las publicaciones sin costo alguno para los autores, como un premio de estimulo, además, el Movimiento Poético de Maracaibo, que también dirige, patrocinaría el taller y certificaría a los participantes.

Eso dio forma al camino  Perpetuum.

Pedí apoyo a mis hijos Alvaro Elías con videos instruccionales, a Andrea y  Pedro Tortello en  diseño publicitario. En la primavera que no llegó, convoqué por las redes sociales al primer taller. Trece personas se inscribieron.

Dimos a luz en medio del presente sombrío.

Por cinco semanas se leyó, se realizaron ejercicios narrativos y me reuní con cada uno para comentar lecturas, videos y ejercicios. Desde la primera semana solicité a los talleristas llevar un diario donde registraran sus actividades, pensamiento y emociones durante el encierro. El diario es algo que se escribe de manera improvisada y circunstancial, es algo que se hace para autoconsumo, un espacio en el que se drena, se registra y se establece una memoria, es un pozo de información. Tengo una relación muy estrecha con los diarios, los he llevado desde muy joven, concentran parajes de vida que he utilizado para escenas de ficción.

El diario permite revivir hechos pasados. Al examinarlos renacen dolores y alegrías. A veces es mas hermoso lo escrito que el recuerdo guardado y a veces más brillante que el presente. Esas escenas reconstruidas por el autor, que conoce las entrelineas pueden traer consigo frustraciones y reencarnar complejos momentos existenciales. Podemos encontrarnos excesivamente idealizados, mejores o peores de lo que pensábamos. Releyendo diarios suele parecer que hay dos vidas, la del diario y la recordada, son dos emociones. El diario es un momento perpetuo, un presente permanente. En él la vida está detenida como foto en un viejo álbum.

El diario no se escribe para ser leído por terceros. La propuesta consistía en que la última semana enviarían las entradas que cada tallerista considerara más representativas de las registradas. El ejercicio final era convertir esas entradas en un cuento en tercera persona, ficcionar un personaje que habitara lo vivido por cada uno de ellos esas semanas. Se trataba de ver como cada tallerista encontraba una resonancia ficcional a partir del registro vivencial y observar como aparecería la realidad en la ficción.

Esta es una Antología muy particular, reunión de textos únicos desde una perspectiva particular e histórica. Perpetuum se convertirá en visibilidad y oxigeno para “papeles guardados” si fueran otras las circunstancias. Como toda antología, esta muestra una panorámica de la producción literaria actual. Además de la temática y su tratamiento, se observa un uso del lenguaje, visión de futuro y percepción de la realidad heterogénea que vivimos. Los trece narradores son venezolanos, seis de ellos radicados en España, México, Panamá y Bolivia. He decidido presentar los cuentos en dos bloques, primero los escritores que se encuentran afuera y luego los que están encerrados dentro del país. Ambos grupos en orden alfabético de sus nombres.

Participantes

Daniella Ziade (1993) Amaranta vive inmersa en sus contrariedades cotidianas, en un mundo interno cargado de emociones que la hacen ver otra realidad que emerge, de forma sorprendente y entiende que hay una especie de sobrevida mas allá de lo que se observa.

. Faviana Scoglio (1995) Una pequeña comunidad es dibujada en Tercera persona. Aparentemente inmune, mediante sus mecanismos internos de convivencia la ciudadela sobrevive hasta que un peligro aparece, avisando que la peste acecha.

Manuel Maytin (1961) Presagio narra dos derrotas en medio de la pandemia, el protagonista después de perder el trabajo quiere reencontrar un viejo amor. Encuentra que aparentemente lo ha perdido todo. Le queda la vida que solo separa de la muerte, una mascarilla.

Orlando Rosales Lucena (1969). Un relato poblado de imágenes. Un hombre solitario en medio del encierro palpa con cuidado y detalle  sus rutinas y recuerdos, al tiempo que un desdoblamiento o una posible realidad lo abraza al pasar La puerta.

Paola De Grazia (1994) El Regreso a casa modela la soledad y el encierro de una joven en su búsqueda existencial que la lleva al encuentro de la literatura hecha por mujeres. Habitada por recuerdos y plena de cotidianidad, sin darse cuenta encuentra un sentido para su vida.

Zuleyka Puente (1991 Una pareja de profesionales felizmente casados, con hijos, en una posición cómoda ante la vida nos es descrita desde su intimidad con destellos de frivolidad y apetencias de todo tipo. En nuestras tardes conoceremos los secretos que hasta en el encierro han logrado ocultar.

Amanda Añez Vicentini (1994) Calena presenta un universo trastocado, una cotidianidad sin sentido. El protagonista se siente unido a una casa que marca su destino. La crisis sanitaria lo conduce a una mudanza y a una tierra de nadie de final incierto.

Andrea Osorio (2002) A un espacio fantástico y distópico nos traslada El amor y sus deseos donde el delirio y lo onírico muestran un torbellino apocalíptico y casi de terror.

Dorian Cartagena (1991) El diario de Noam vincula su quehacer al recuerdo de un amor juvenil, donde las emociones, indecisiones y fantasías de un joven retratan esa etapa de la vida.

Juan Pablo Lares Marin (1996). A través de Juego interminable traza un personaje debatiéndose entre las insatisfacciones de la situación presente, la obsesión por las deudas, el deseo de volver a la normalidad y una historia de amor perturbada por la nueva situación.

Luisana Rivas (1995) Con cierta ironía, Llamada perdida observa como en medio de la emergencia sanitaria se magnifican las dificultades derivadas del rezago tecnológico. Las vicisitudes para obtener un simple servicio domiciliario, salpicadas con detalles y recuerdos colorean una casi patética realidad.

Pedro Lozada (1937) Sorpresas y secretos narra la historia de una familia de clase alta a través del tiempo. Dos hermanos, los más jóvenes descendientes del clan, en medio de la pandemia y el encierro, sin quererlo chocan con recuerdos y parajes del pasado que parecían olvidados, descubriéndose una historia de amor y desencuentro que los unirá más.

Pedro Massaroni (1997). Un texto al más puro estilo existencialista donde los sueños ocupan un lugar privilegiado. Un joven vive la emergencia entre un hacer y soñar. Paso a paso retrata el paso de los días, entre la rutina y el placer de vivirla. El clímax, si lo podemos llamar así,  es La risa.

Estos cuentos plenos de imágenes y de vida cotidiana se desarrollan en pandemia y encierro global. Los personajes, atmósferas, lugares y situaciones son descritos con las técnicas que a cada autor convino. Retratan con intuición y verosimilitud la situación puntual de la que trata la antología. Julio Ribeiro dice que “…el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender…” Estas cuatro premisas se cumplen en los trece cuentos escritos en pandemia.

Salud.

Alvaro D´Marco

Información adicional

Peso 500 g
Dimensiones 3 × 30 × 25 cm
Impresión Bajo Demanda

Impresión Bajo Demanda en Venezuela (15 días a partir del pago)

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