Melifluos Besos
Melifluos besos sobre la piel,
Tez morena caribeña,
Ojos del color de la miel,
Que detienen su vista ante los ojos café.
Luna y estrellas, testigos desde el cielo,
De los amantes los encuentros,
Besos tiernos que perduran en el recuerdo,
Amores que se quedan a admirar el amanecer.
Una leyenda cuenta sobre un hilo fino y rojo,
Que conecta los corazones de dos seres que se aman,
De aquellos que están destinados a compartir la eternidad del otro.
Creo en la eternidad, en el hilo rojo y en el amor,
Creo en tus palabras, en tus besos y esta felicidad que es de los dos.
En el brillo de tu pupilas cuando miras el amanecer y me dices que quieres verlo conmigo todos los días,
En el tono acaramelado de tu voz cundo comienza a atardecer y me llamas a tu lado,
Para envolverme en tu cálido abrazo y despistarme las dudas que se han alojado en mi cabeza durante el día.
La luna contempla conmovida desde un cielo salpicado de estrellas,
A las parejas que se pasean enamoradas,
Tomadas de la mano, abrazadas,
Por las calles nocturnas iluminadas por las luces del diciembre que comienza.
Dos tórtolos enamorados van,
Regalándose besos de dulce miel,
Convirtiendo el frío invierno en tierna y romántica época decembrina,
El frío ya no es depresivo, sino que es una excusa para dar un abrazo.
Noche meliflua de ataraxia total,
En la que tus ojos se detienen en los míos,
Dando paz a mi alma y calor a mi corazón.
Son tus besos, amor mío, más dulces que la propia miel,
Que plasmas en mi piel,
Y la acaricias con inconmensurable ternura.
Es el diario susurro de tu dulce promesa de un mañana juntos,
Lo que me dá las fuerzas para levantarme en las mañanas,
Y hace que mis días fatigados de trabajo,
Sean disipados al instante al pensar en tu voz de caramelo,
Que pronuncia en mi oído enternecidos “Te quiero’s”.
Luna, tú que eres siempre la fiel confidente de mis secretos,
¿Recuerdas aquella vez que negué toda posibilidad de enamorarme una vez más?
Y ahora heme aquí,
Romántica poetisa soltando versos para su amor,
Desde la lejanía amando un alma tan pura y blanca,
Con mirada tan oscura y hechizante.
Melifluos besos sobre la tez,
Labios de dulce tierna miel,
Hechizo cautivador el de tu corazón,
Blanca magia nocturna,
La que nos ha hecho la luna,
Para unir nuestros destinos,
Que por separado no tienen gracia ni sentido.
Melifluos rayos de sol,
Que tiñen de tonalidades cálidas el amanecer,
Que amantes en medio de su romántica pasión vislumbran los
[primeros rayos del astro rey.
Melifluos besos,
De tu boca de miel,
Plasmados eternamente sobre mi piel.
Mi Corazón Enamorado
De amores poco he vivido,
Y sin embargo, llevo con este corazón malherido,
Pero que nunca se ha dado por vencido,
Este es mi corazón rebelde,
Que se emociona y se enamora aunque lo obstaculicen las distancias,
Que espera ferviente el encuentro de ese par de ojos alegres que lo hacen soñar.
Joven, vivaracho y audaz,
Aunque tímido y recatado,
Pero que no escatima a la hora de amar.
Se esconde de garras feroces que lo puedan lastimar,
Pues es intuitivo este corazón mío,
Y se asusta con mucha facilidad.
Pobre corazón,
Tanto que ha sufrido y tanto que se enamora hasta del propio amor,
Es un romántico sin remedio,
Y no lo sabe ocultar,
Le gusta sentirse enamorado,
E incluso le gusta alegrarse por la felicidad de las parejas ajenas,
Es un cursi apasionado,
Que anda de trovador por las calles,
Con sus baladas cariñosas de improviso,
En busca de una canción que comprenda la suya.
Es este mi corazón al desnudo,
Que carga con heridas y arañazos,
Algunas costuras apuradas,
De tanto que he tenido que remendarlo,
Una puntada aquí, y otra por allá…
Al pobre no siempre lo han sabido bien apreciar,
A veces me lo han tratado mal,
Él que emocionado les ha ofrecido un amor tan bonito,
Y ellos que le pintaron en el aire pajaritos,
Para después dejarlos volar y abandonar a este corazoncito,
Que se queda triste y deprimido,
Pensando en el regreso de las aves que al vuelo le han dejado solo y malherido.
Mi corazón danzarín,
Contento se pinta la carita y se viste de gala,
Para este pretendiente que su nuevo amor le proclama,
Las distancias a veces le hacen una mala pasada,
Pero nada de eso importa cuando ve esa sonrisa que brilla aperlada,
Esos ojos cafés que hechizan la mirada,
Esos brazos gruesos y morenos que con ternura le abrazan,
Ese beso en la frente que dice todo sin pronunciar ni una sola palabra.
Corazón de melocotón,
Que lates apresurado ante la presencia del ser amado,
No cambies nunca,
No pierdas esa jovialidad pícara y alegre;
Que si no te ha apreciado la gente,
Existe el consuelo de tu moreno,
Que feliz te recibe con los brazos abiertos,
Te seca las lágrimas que derramaste en el pasado,
Y sincero, un “Te Amo” susurra en tu oído,
Y no hace siquiera falta que lo diga,
Pues sus ojazos cafés siempre lo delatan,
Cuando te mira y se le ilumina la mirada.
Recuerdos furtivos
Me sorprendo a mí misma escuchando esas viejas canciones,
Que oíamos juntos sonriendo,
Dejando atrás la realidad física de ser dos individuos,
Para fundirnos en un solo ser mítico,
Concepto que sólo nosotros entendíamos.
Hoy sólo nos une la inmortalidad de un recuerdo,
Un pasado en común,
Que por un capricho de la vida dejó de ser nuestro posible futuro y se convirtió en recuerdos de sueños que juntos construimos.
Recuerdo cada instante a tu lado,
Aunque admitirlo es casi inefable porque hemos sido siempre prohibidos.
No son ya más que recuerdos furtivos,
Cierro los ojos para sentirte de nuevo dentro de mi memoria,
Pero ésta se me escapa como granos de arena que caen de mis manos,
Quedando sólo trastornados y difusos visajes de lo que un día fuimos.
Despedir un amor nunca es fácil,
Pero tú has sido algo tan indescriptiblemente difícil de olvidar,
Que no se ha inventado aún una palabra que describa nuestra historia.
Has ido y venido de mi vida,
Como si de un juego se tratase,
Me cuesta creer que al final siempre has sido tú el único que jamás rompió esa famosa promesa de no dejarme sola cuando te necesite.
¿Por qué tú?
¿Por qué precisa y justamente tú?
De entre tantos seres en el mundo,
Me tocó toparme contigo,
Quedarme enganchada en ti,
Que no me dejas, que no me mientes, que no me fallas,
Y que no podemos estar juntos.
Nuestra historia empezó como un amor de chicos,
Uno de esos inocentes que uno tiene en la escuela,
Noviecitos tontos que se toman de la mano y se apenan hasta para dar un abrazo,
Éramos jóvenes, ingenuos, hasta un poco tontos diría yo,
Para ser totalmente francos, aún somos el mismo par de tontos, sólo que algo más madurados y con una que otra cana.
Un día, ilusa, me prometí no escribir más sobre ti,
Y quemé esas viejas cartas que escribí en tu nombre,
Pero de vez en cuando me asalta sorpresivo tu recuerdo,
Y heme aquí de nuevo,
Soltando lágrimas tras lápiz y papel,
Que se vuelven simple poesía ante el mundo,
Y que a me hacen más ligera el alma al dejarlas salir.
Fuiste un amor de los que no todo el mundo tiene el honor de vivir,
Y no me arrepiento de ti,
Un día me marché sin dejar rastro,
Desaparecí de tu radar,
Me buscaste,
Preguntaste por mí y nadie te daba respuesta,
Lo admito, fui la villana de nuestro cuento,
Teníamos un pacto,
Seguir siempre en contacto,
Pasase lo que pasase, debíamos seguir siempre juntos,
Nunca abandonarnos, nunca dejar que la soledad ocupase
[nuestro lugar en la vida del otro,
Pero yo rompí mi promesa,
No pude con tanto,
Fui débil y escapé,
Te dejé sólo,
Y es lo único que lamento de esa relación…
Que irónica es la vida,
Que tuvo el antojo de juntarnos de nuevo,
Pasaron los años sin saber nada el uno del otro,
Y una noche me encontraste,
Tanto que me buscabas y esa ocasión me hallaste por una casualidad,
Platicamos, reímos y recordamos juntos,
Era como si no hubiera pasado el tiempo,
Parecíamos niños de nuevo.
Princesa me llamabas,
Rey yo te proclamaba,
Hoy amigos de la nada,
Porque la vida, que antes compasiva nos reunió de nuevo,
Hoy sínica nos prohíbe el encuentro.
Qué triste que este sea el punto y fin de nuestro cuento…
-Dijo ella, escribiendo puntos suspensivos…-
Madrugada lluviosa
Hay algo en las madrugadas lluviosas que siempre me ha parecido que tienen un dejo de romanticismo,
Son heladas,
Por eso me hacen recordar a cuando tenía frío y tú me prestabas
[tu suéter y me abrazabas fuerte,
Pero esta madrugada llueve y yo me hayo sola,
Tú no estás aquí para brindarme abrigo…
Voy hasta la cocina y allí preparo un té caliente,
Mientras la tetera se calienta,
Me acerco al fuego de la chimenea,
Desde allí contemplo la ventana,
Como caen las gotas de agua sobre ella,
Golpeteando rítmicas el vidrio.
Me pregunto si tú también te desvelas para ver la lluvia caer, amor mío,
Ahora te hayas lejos,
Por causa de una maldad del destino,
Pero pronto sé que estaremos reunidos.
Escribo cartas de amor en tu nombre durante las madrugadas de insomnio,
Cartas que luego nunca te envío,
Algún día las verás,
Y quizá juntos nos reiremos de las tonterías cursis que escribo para ti cuando llueve,
Cuando la luna aún se luce en el cielo,
Dejando una luz tenue para que no me pierda en las estrellas que
[veo siempre cuando sonríes en mis recuerdos.
Como ansío volver a verte, amor mío,
Es el más grande anhelo de mi corazón,
Tenerte frente a mí de nuevo al fin,
Abrazarte y hundir mi cabeza en tu pecho,
Acariciar tu rostro,
Poder emocionarme al verte,
Sonreír mientras se me escapan unas pocas lágrimas por la felicidad tan indescriptible…
Tan sólo imaginar el momento me hace feliz,
Tú eres la única persona en este mundo capaz de hacerme feliz
[tan sólo con el mero pensamiento de su encuentro,
Y también la única persona capaz de comprender este sentimiento,
Porque sabes ya a qué me refiero.
Ruego al cielo con un suspiro,
Mientras caliento mis manos con la taza de té aún tibio,
Pidiendo un deseo al universo,
Y es que acelere este tiempo que se me pasa tan lento,
Y me deje besar pronto tus labios, mi moreno,
Entrelazar nuevamente nuestros dedos al juntar las manos,
Y quedarnos contemplando un rato cómo mi pequeña mano parece la de un infante,
Al compararla con la tuya que es tan grande.
Oh, amor mío,
Si supiera el universo el daño que nos hace esta distancia tan vil,
Sentiría vergüenza por tenernos separados así.
La esperanza normalmente se marchita cuando las metas se sienten lejanas,
Pero siendo mi meta el roce de tus labios sobre los míos,
Mi esperanza tan sólo hace crecer dentro de mi corazón inquieto por tu futuro encuentro,
Y más aún a sabiendas de que tú me esperas,
Porque me amas tanto, o quizá más, de lo que yo a ti te amo.
Por ti me dejé de ese mal vicio de la soledad,
Que tanto me asecha y me hace mal,
Pero de tu mano pude esquivarla y perderle el rastro,
Dejé de llorar a solas por los problemas sin solución,
Y ya no me torturo con pensamientos negativos,
Porque me enseñaste que no vale la pena gastar las lágrimas si éstas no son de felicidad.
Admito que uno de estos poemas tiene nombre y apellido oculto entre sus versos, qué hermoso es recordar las emociones que te llevaron a escribir sobre alguien.