Sultana del Lago Editores

Editorial Independiente de Venezuela

Fragmento: «Principios-propósitos del horizonte ético añuu» de José Quintero Weir

En una de las tantas visitas que hicimos a Guardina y a su marido Capajana en el sector de El Barro en la Laguna de Sinamaica, nos propusimos conversar con ella para profundizar en la idea de eso que habíamos traducido como cortar/compartir y que ella misma nos había indicado como correspondiente al verbo –ookoto- y de acuerdo a los ejemplos de uso que ella misma nos había dictado, podía estar presente tanto para señalar la acción de hablar como para expresar la idea de “trabajar” o para referirse a labores propias de los añuu como pescar, por sólo mencionar los más relevantes.

Como pudimos, le explicamos la idea que teníamos acerca de la profunda vinculación entre –ookoto- y –eiña-, y le preguntamos si ambos términos tenían que ver con un propósito, es decir, si el hecho de cumplir con –eiña- tenía que ver con –ookoto- y, por qué, pues, como quiera que sea, para nosotros la idea de cortar implícita en –ookoto- remitía a un sentido de separación, de desprendimiento.

La verdad, por un momento, su mirada como extrañada me hizo pensar que Guardina no había entendido nada de lo que, dando vueltas, quise explicarle buscando una respuesta. Capajana, siempre a su lado, mostraba su ciega mirada extraviada en la nube blanca de sus cataratas, parecía sonreir, como siempre. Entonces, ciertamente confundida, Guardina me dijo:

— ¿Tu tío o tu papá nunca te explicó?

— ¿Explicarme qué?, ¿qué tenían que explicarme?

Capajana sonrió como con más fuerza, al tiempo que mecía su cuerpo hacia adelante y atrás, y frotaba sus manos como esperando, cómplice, escuchar lo que ya sabía. Por su parte, Guardina reacomodó su cuerpo en el tapete de eneas que acolchaba el suelo de mangle, abandonó definitivo la tarea de tejer la estera que hacía mientras conversaba conmigo, tomó mi mano derecha por la muñeca y aproximándola frente a mi rostro, me dijo:

Que uno es gente cuando es mano.

Entonces, ahí sí, Capajana reventó la carcajada, como si pudiera ver en ese instante mi rostro desencajado por la sorpresa y la incomprensión. Yo reí con él, pero no comprendía ni por qué Capajana se reía, aunque ciertamente yo sospechaba que se burlaba de mí, pero también sabía que mi risa era nerviosa porque, en verdad, no entendí ni el significado ni el propósito de Guardina al decirme eso aferrando la muñeca de mi mano derecha, al tiempo que la obligaba a moverse sacudiendo mi antebrazo de modo que, por momentos, mi mano semejaba un muñeco de trapo a merced de la voluntad de Guardina mientras que, Capajana, ciegamente reía, definitivamente feliz.

Uno es gente cuando es mano”, dijo Guardina, y, al decirlo, con su mano izquierda apretó mucho más fuerte la muñeca de mi mano derecha y la aproximó hasta casi obligarme a tocar mi rostro con mi mano sin que yo pudiera detener la acción. Luego, la alejó hasta una distancia en la que, de nuevo, pude ver mi mano completa. Fue un momento de confusión y de miedo, sobre todo, porque sin darme tiempo y como quien abre una flor, con su mano derecha Guardina abrió uno a uno los dedos de mi mano sujetada hasta separarlos completamente y, sólo entonces, pasando su mirada de mi mano a mis ojos, comenzó a explicar.

– Meñique: el que debe aprender a ser Asokutari (ü) (Responsable).

 “Toda persona es su propia mano, y, una mano es todo lo que una persona busca llegar a ser al final de su vida”.

Y, continuó diciendo algo más o menos como esto:

Un niño nace y es como este dedito hasta que llega al punto en que va a pasar al tamaño del siguiente dedo; pero, no puede hacerlo propiamente sin que su tío, su hermano mayor, o su propio papá, le diga qué tiene que hacer para continuar solito su camino, y el primer paso en ese camino es ser Asokutari (ü), que quiere decir: que es responsable, que ya aprendió a ser responsable”.

Entonces, me explicó Guardina con suficientes ejemplos, que lo primero en la vida de un añuu es adquirir el sentido de la responsabilidad, entendida ésta como la noción que ha de guiar sus relaciones con los demás miembros de su comunidad, pero también, con los miembros de las otras comunidades de seres con quienes se complementa, pues, todo lo que hacemos o dejamos de hacer puede beneficiar o afectar el equilibrio o armonía de la complementariedad entre las comunidades de seres y, por ende, del mundo.

Así, de acuerdo a lo dicho por Guardina, lo primero que se enseña a los niños añuu es a ser responsables, esto es, a asumir que nuestros actos no pueden responder sólo a nuestro interés o beneficio, a nuestro placer o seguridad, sino que debemos responder por todas nuestras acciones, pues, ellas siempre están vinculadas a la vida y acciones de los otros con quienes nos relacionamos, sean estos humanos, plantas o animales.

De tal manera que, por ejemplo, en tiempos en que no hay pesca o no es posible pescar, algunos añuu van hasta la selva de manglar a capturar babillas; sin embargo, tal cacería está sujeta a ciertas condiciones, pues, saben los añuu, que estos animales requieren de un cierto tiempo de formación para efectivamente servir de alimento en esos periodos; esto implica que su captura ha de ser controlada y por ello, ningún añuu debe capturar más de una pieza en una salida de cacería, esto, muy a pesar de que en su incursión se tope con varios ejemplares, y, esto es así, porque debe ser responsable con respecto a la necesidad de los otros miembros de la comunidad añuu, pero también debe serlo con la propia comunidad de babillas porque sabe, que ésta no podrá reponer a los elementos capturados por los hombres sino luego de un tiempo considerable.

Dicho de otra forma, lo que hacemos o dejamos de hacer nunca es aislado, ya que siempre está unido a lo que hacen o dejan de hacer los otros; por tanto, si hacemos mal no sólo afectamos a los otros, sino que debemos responder por ello. Tal es, pues, el primer principio ético que ha de aprender un añuu: ser responsable en sus relaciones con los otros; así, ser responsable es fundamento inseparable del hacer añuu que hace posible cortar/compartir con los otros el mundo.

– Anular: el que debe aprender a ser kapiyari (ü) (verdadero(a)).

Tomó Guardina mi dedo anular y poniéndolo frente a mis ojos dijo:

El que es responsable nunca dice mentiras. No puede, porque ya aprendió que siempre tiene que responder por lo que hace, así que no tiene por qué andar con embustes. El que dice mentiras hace mentiras, y nada de lo que se hace con mentiras dura”.

Con esta frase, dejaba claro Guardina que para el sentipensar añuu la noción de verdad no puede ser separada del hacer como acción responsable, es decir, como acción inseparable de la complementariedad; de tal manera que, la verdad o lo verdadero, está sujeto a nuestro hacer en tanto armonía o equilibrio con los otros. Por el contrario, la mentira y el mentir, desvían al sujeto del cortar/compartir, ya que lo separa de la comunidad y de las relaciones comunitarias que priman para todos los seres presentes en el mundo.

Por mejor decir, sabemos que el sol, la luna, los peces, el árbol de mangle y, en fin, todos los seres pertenecientes a las diferentes comunidades jamás mienten en sus acciones, pues, sus actos son siempre expresión exacta de la verdad de su hacer. Así, por ejemplo, el sol nunca miente, pues, su hacer de iluminar el mundo, ponerlo de día, hacer crecer las plantas y enviar al descanso a muchos animales, es un acto verdadero y, por tanto, invariablemente percibido como justo por todas las comunidades.

Pero, es el caso que, entre todas las comunidades presentes en el mundo, sólo los seres humanos deben permanentemente aprender a actuar con verdad; es por ello, que el segundo principio ético que todo añuu recibe de sus mayores es el de decir y actuar siempre con verdad, muy a pesar de las consecuencias, pues, en cualquier circunstancia y por encima de todo, debe ser responsable. Así, la verdad es esencia del sentido de responsabilidad o, por mejor decir, la verdad deja de ser una certeza particular de un sujeto, y pasa a ser la certeza de los otros acerca de la justeza de nuestra palabra y acciones; por lo que, podemos decir, el sentipensar añuu ubica la noción de verdad en los otros con quienes nos relacionamos y no en la individual percepción de un sujeto frente a; esto es, la verdad y lo verdadero es resultado de una relación de haceres compartidos entre comunidades complementarias.

La madurez del individuo se mide en términos de sus acciones, las que serán verdaderas en tanto estén sujetas a la responsabilidad con que las ejecuta o ejerce; de allí que, un sujeto es considerado verdadero, en tanto que su palabra y acciones son verdaderas y, éstas sólo serán tomadas como tales, en la medida que su palabra sea dicha y sus acciones realizadas en virtud y en función de su responsabilidad con los otros.

De tal manera que, justo es decir, que para el sentipensar añuu la verdad no es algo ajeno o fuera de nuestra palabra y hacer, algo que se busca encontrar para poseerlo, sino que es parte de lo debe ser nuestro hacer responsable para con los otros y por nosotros, sólo así nuestro hacer, esto es, nuestra palabra y acciones serán siempre expresión de la comunidad a la que pertenecemos; por tanto, hablar con verdad o hacer lo verdadero, nos empareja con todos los otros miembros de nuestra comunidad humana; pero también, nos empareja a las otras comunidades de seres con las que cortamos/compartimos el mundo, y esta es, en todo caso, una verdad fundamental, pues, es la que sustenta la existencia armónica de todas las comunidades y del mundo como totalidad.

Así, pues, para el sentipensar añuu, ser verdadero es un aprendizaje primordial en la formación del sujeto, pues, requiere de la permanente y personal vigilancia de nuestra palabra y hacer, ya que sólo su debido ejercicio es lo que nos hace ser considerados como miembros de la comunidad que, de ese modo, mantiene su responsable complementariedad con las otras comunidades.

 – Medio: el que llega a ser Ayunkari (ü) (Confiable).

Esta vez, Guardina soltó mi muñeca y tomó mi dedo medio con su mano izquierda, al tiempo que ponía la palma de su mano derecha sobre mi pecho, diciendo:

Este es tu corazón, aquí está el corazón de cada uno, por eso, es el más grande, él tiene el corazón, el entendimiento. Una persona que tiene corazón no hace nada a lo loco, porque siempre piensa bien antes de hacer cualquier cosa; sólo por eso, por no andar a lo loco, obtiene la confianza de todos, porque siempre hace lo que sólo su corazón le dice en su pensamiento”.

Ante mi pregunta, ¿qué es andar a lo loco? Ella me explicó que se trata de una persona que no reflexiona, que no sopesa sus actos y, por eso, es una persona irresponsable; porque, es posible que una persona, presionada por las circunstancias pierda el camino y, como consecuencia, actúe irreflexivamente. En ese momento, se dice que el sujeto es amou ein, es decir, su corazón está maleado y, por ello, le resulta difícil concentrarse en lo verdadero por lo que, regularmente, actúa de forma alocada, sin reflexión de su responsabilidad y, por lo mismo, su palabra y acción nunca pueden tomarse como verdaderas.

Así, toda persona responsable y verdadera, por encima de todo intenta no perder nunca su centro, esto es, su corazón. Por mejor decir, una persona verdadera es aquella que siempre tiene presente la necesidad de reflexionar sobre sus actos por hacer. Entonces, se dice que esa persona es keinchi (si se trata de un hombre), o keinsü (si es una mujer) en la que, en todo caso, todos pueden confiar, pues, nunca deja nada al azar, ya que su palabra o acciones siempre son guiadas por el pensar de su corazón.

En este sentido, debemos entender que para el sentipensar añuu es fundamental a todo sujeto obtener la confianza de los otros, pues, el cortar/compartir exige confianza entre los sujetos, ya que no es posible compartir en un contexto de desconfianza. Sin embargo, como vemos, la confianza está vinculada a la certeza de los otros acerca de que nuestra palabra y acciones nunca serán “alocadas” o irreflexivas; por tanto, ayunkari(ü) es toda persona cuya palabra y acción es considerada por los otros como producto de su condición centrada y reflexiva que, de última cuenta, permite a todos confiar en ella, pues, se tiene la certeza de que su palabra y acciones siempre serán responsables, verdaderas, justas, precisamente, por resultar de una reflexión previa y permanente.

No se trata, pues, de sólo confiar en nosotros como sujetos individuales, no tiene que ver con la autoconfianza en nuestras capacidades y voluntad, y, mucho menos, con eso que llaman autoestima, sino que se trata de la certeza que los otros, en el proceso de ejercer el hacer en el cortar/compartir, pueden llegar a asumir acerca de lo verdadero de nuestra palabra y acciones, en virtud de la responsabilidad que asumimos al decirlas o ejecutarlas, pues, son el resultado de nuestro reflexionar y ponderar sus consecuencias para todos; sólo entonces podemos llegar a ser confiables porque, además, nosotros confiamos, debemos y tenemos que confiar en los otros.

De tal manera que, para el sentipensar añuu, no sólo debemos lograr la confianza de los otros, sino que, además, debemos confiar en la palabra y las acciones de los otros, pues, sólo en un contexto de confianza el mundo puede ser cortado y compartido de forma equilibrada y armónica, pues, en todo caso, es el único camino para lograr la sustentabilidad y permanencia de todas las comunidades de seres que somos en el mundo.- – Índice: el que llega a ser Aüreeiri (ü) (Autónomo).

Cuando llegas aquí, es porque ya puedes tener pareja, porque ya eres un hombre o una mujer capaz de hacer un lugar”.

Esto me dijo Guardina tomando de nuevo mi mano y señalando mi dedo índice, y, siguió diciendo:

Sólo se es hombre o mujer completo cuando la persona es capaz de hacer un lugar para compartir con otra persona sea hombre o mujer”.

Debemos comprender entonces, que luego de aprender el sentido de la responsabilidad, ejercido mediante el decir y hacer verdadero que, sólo es posible, pensando y reflexionando desde el corazón, es lo que conduce al sujeto a adquirir la madurez y capacidad necesarias para, autónomamente, hacerse de un lugar en el mundo, lo que implica su unión definitiva con un(a) otro(a), es decir, hacer hogar entre dos (piñá), única vía posible para la persistencia y permanencia de la comunidad en el espacio del mundo.

Dicho de otra manera y, de acuerdo a la explicación de Guardina, para el sentipensar añuu el dedo índice marca el momento en que el sujeto ha alcanzado la lucidez necesaria o exigida en el contexto del hacer comunitario, y que le muestra como autónomo, capaz de complementarse con un(a) otro(a) para cortar/compartir un espacio que les será propio y, al mismo tiempo, integrado a la familia y a la comunidad como un todo indisoluble.

En este sentido, la autonomía debe ser entendida, no sólo como la capacidad de generar el sustento material del nuevo grupo familiar que así se conforma, sino como el estadio en el proceso de formación del sujeto añuu, en el que la responsabilidad, la verdad y la confianza adquiridas y aceptadas por los otros, le configuran como una persona necesaria para la comunidad en su reproducción material y simbólica; sobre todo, para su persistencia en el tiempo/espacio de su territorio.

Así, pues, la autonomía (aüreei[1]) como concepto integrante del sentipensar añuu, no sólo implica la independencia del sujeto y la comunidad humana para conducir y realizar su proceso de establecimiento en el lugar sino que para que esto suceda los sujetos han debido alcanzar, previamente, exacta comprensión de lo que realmente orienta sus relaciones con las otras comunidades de seres, los otros miembros de su comunidad y, por supuesto, sus relaciones con el mundo como sujeto vivo que permite y da vida a todas las comunidades de seres que en él están presentes.

Tal comprensión implica asumir en nuestro espíritu, los pasos que Guardina identificó en los dedos de mi mano; cuales son: meñique de la responsabilidad; anular de la verdad y lo verdadero, y, a través de ellos, obtener la confianza o ser confiable, que ella marcó con el dedo medio de mi mano que así se constituye en representación del centro de todo sujeto humano en tanto que, simboliza el corazón de cada quien.

En todo caso, convertirse en ser autónomo, al contrario de lo que pueda pensarse, supone que el sujeto está en condiciones de unirse o complementarse de forma cierta (verdadera) y responsable con el otro, pues, previamente ha adquirido la madurez necesaria como para pensar, hablar y actuar con la consciencia de saber, que ningún individuo existe si no es por su complementariedad con un otro que, al mismo tiempo, lo complementa.

Pulgar: el que se hace Keintaari (ü) por tener la consciencia.

Si te ponéis a ver, el dedo más gordo es el más pequeño. Esto es porque uno sólo se hace más sabio cuando más envejece y, mientras más sabe una persona por ser más vieja, más pequeño se hace en su cuerpo porque, a fin de cuentas, cuando el espíritu envejece lo que quiere es desaparecer; por eso, el cuerpo que lo sostiene se hace cada vez más chiquito”.

Esto me dijo Guardina apenas sosteniendo mi dedo pulgar y, una vez dicho, soltó mi mano dando por concluida toda su explicación. Por un instante mantuve mi mano abierta frente a mí, pues, no terminaba de asimilar lo escuchado, al tiempo que ella volvía, como si nada, a su tejido de eneas y, Capajana, seguía asintiendo con su cuerpo sin dejar de sonreír.

Entonces, entendimos que keintaa supone, que el sujeto ha adquirido o posee sabiduría en su corazón por su larga experiencia de vida y, por lo mismo, los otros llegan a considerarlo como keintaari(ü), esto es, como sabio(a); es decir, alguien que tiene en su memoria y su cuerpo el saber que le ha prodigado su larga existencia. Sin embargo, esa misma longevidad y sabiduría, por todos reconocida, antes que encumbrarlo o colocarle por encima del resto de la comunidad, le empequeñecen, pues, su cuerpo sabe que sólo vive el tiempo y transita el camino que, cada vez más, lo empareja al horizonte marcado por la imaginaria línea entre el cielo y el mar, esto es: einmatuare (el lugar donde van todos los añuu muertos).

Se trata, pues, del periodo en que luego de vivir, experimentar y aprender a lo largo de las cuatro estaciones anteriores, el sujeto demuestra que su corazón está realmente forjado para recibir lo que será su último aprendizaje y que, finalmente, lo muestra (sólo por momentos), como la mano completa que es: abierta al cortar/compartir en el que a lo largo de su vida ha sido formado; sólo que esta vez lo hará con su espíritu y con el mundo que, por esa vía, lo reintegra a su propia energía, al tiempo que el sujeto desaparece.

Sin embargo, para el sentipensar añuu, llegar a la ancianidad no implica necesariamente ejercer la sabiduría. Decimos esto, porque más de una vez presenciamos cuando Trina Rosa Silva regañaba a sus ancianos compañeros de generación, al hablarles ella en lengua y éstos le respondían en castellano. Su molestia era evidente, así como su comentario de que esos ancianos andaban perdidos. Vale decir, para Trina Rosa, a pesar de su ancianidad, estas personas se mostraban apegados a la lengua de los blancos, abandonando el camino propio y, por eso, para ella andaban extraviados. De tal manera que, por alguna razón, el abandono de la lengua representaba la pérdida del hacer correspondiente a esa etapa de la vida que, según Guardina, no era otro que ser keintaari(ü), es decir, mostrar la sabiduría de su corazón.

Así, alcanzar el estadio de keintaari(ü) no sólo implica que el tiempo ha pasado en la vida del sujeto, sino que éste se ha mantenido coherente en el hacer correspondiente a cada una de las etapas de su vida, y, en esta última, es capaz de demostrarlo en los momentos en que su palabra es requerida ante un problema planteado o para la enseñanza de otro, y sobre todo, su condición de keintaari(ü) es apreciada por los otros en virtud de mantenerse, sin pretensión alguna, en el camino del hacer añuu, esto es, del cortar/compartir hasta que, en humilde silencio, desaparece de nuestra visión y sólo la memoria de esos momentos en que demostró ser keintaari(ü) queda en todos, pues, fue responsable, habló y actuó con verdad, dio y recibió confianza, se mostró digno en su hacer autónomo y, hasta el último momento compartió con todos la sabiduría que logró atesorar en su corazón a lo largo de su vida.

 

 

[1] Tal como señalamos más arriba, la explicación de cada uno de los términos utilizados en este Libro Primero, lo haremos de manera más explícita en lo que corresponde a nuestro Libro Segundo y, la daremos en virtud de su expresión del sentipensar añuu. Por ello, solicitamos al lector conformarse, por ahora con saber que aüreei deviene lingüísticamente de: a– (prefijo atributivo); –ou– (emerger); –re– (lugar); –ee– (marcador de aspecto de futuro inmediato); –ei (aliento). Lo que resultaría significativamente en: que emerge el lugar donde alentará o dará su aliento.