Invitado por el título me decidí a leer “La poesía y sus alrededores” del poeta marabino Luis Perozo Cervantes, pero a pocas líneas me di cuenta de que realmente no es una lectura lo que el libro plantea sino mas bien una conversación, así que para oír a Luis me preparé una taza de café que luego fueron varias y disfruté de la conversación.
Y cuando digo conversación es así de literal, “La poesía y sus alrededores” está escrito de una manera tan fluida que sientes la presencia del escritor a tu lado y lejos de un monologo, pareciera que el autor prevé cada planteamiento que pueda surgir en el lector y atinadamente responde preguntas que surgen en las mentes inquietas, como un buen conversador haría.
En un momento en que la poesía parece relegada a los márgenes de la cultura contemporánea, o como asegura el poeta Carlos Ildegar Pérez y resalta Perozo Cervantes: “Para ser poeta hay que estar muerto”, es decir la poesía pareciera tan de culturas pasadas que apenas permea la contemporánea, nos llega “La poesía y sus alrededores” emergiendo como un faro luminoso que ilumina no sólo el arte poético, sino su profunda intersección con la experiencia humana, constituyéndose en una guía para entender, valorar y buscar la poesía.
Este conjunto de ensayos sobre teoría literaria se presenta como una invitación a repensar la poesía no como un arte elitista, sino como una capacidad innata del lenguaje, accesible y transformadora.
Luis Perozo Cervantes, poeta, ensayista y promotor cultural venezolano, según se ve en su fecunda carta de presentación, despliega en estas páginas una erudición accesible, teñida de pasión personal, que hace de este libro una lectura imprescindible para aficionados y especialistas por igual.
El libro está estructura en diez ensayos independientes, pero interconectados por un hilo conductor: la exploración de la poesía como expresión vital, sagrada y vanguardista. Desde el primer capítulo, “El significado de la palabra poesía”, Cervantes democratiza el arte poético, argumentando que no es un don reservado a elegidos, sino un derecho inherente a todo hablante. Con referencias a figuras como Baudelaire, Manrique y Sabines, se desmonta mitos mesiánicos y enfatiza la importancia de la experiencia personal en la creación, sin caer en moralismos ni lecturas superficiales. Esta aproximación inicial establece el tono del libro: una defensa de la poesía como herramienta de autenticidad en un mundo cada vez más desconectado de lo emotivo.
A lo largo de los ensayos, Cervantes navega con maestría por temas fundamentales y, como siempre digo: es que para navegar no siempre hace falta un barco, todos podemos ser navegantes de la misma forma en que todos podemos ser poetas.
En “La poesía como expresión de la vanguardia infinita”, explora cómo la poesía ha sido motor de revoluciones estéticas, desde el romanticismo hasta el modernismo, citando a Octavio Paz como guía constante. Luis destaca la capacidad de la poesía para romper moldes, anticipando cambios sociales y artísticos. Similarmente, “La poesía como expresión de lo sagrado” traza un arco histórico desde la Grecia antigua hasta el judeocristianismo, mostrando cómo lo poético ha mediado entre lo profano y lo divino, con ejemplos como La Ilíada y La Odisea.
Uno de los puntos álgidos es “La metáfora: el idioma de la poesía”, donde Cervantes eleva la metáfora a esencia del lenguaje poético, ilustrándola con versos de José Martí como “un surtidor que da un agua de coral”. Esta reflexión sobre símil, metonimia y metáfora no sólo es teórica, sino práctica, invitando al lector a cuestionar cómo las imágenes transmutan lo real. Ensayos como “El ritmo en la poesía” y “La estructura en el poema” profundizan en la musicalidad y la forma, desmitificando la métrica como corsé y proponiéndola como un pulso vital, con alusiones a Píndaro, Garcilaso y Quevedo.
Luis Perozo Cervantes no evade la complejidad de la creación poética. En “El oficio del poeta”, define el poema como “poesía erguida”, un organismo verbal que requiere del poeta como catalizador. “El poema en prosa: lo lírico frente a lo narrativo” analiza la evolución del verso a la prosa, desde Chrétien de Troyes hasta Cervantes, destacando cómo la prosa liberó la narrativa sin diluir lo poético. Finalmente, capítulos como “El poema: forma y fondo”, “El lenguaje poético de la modernidad” y “La poesía oculta: el miedo a la luz de la obviedad” cierran el ciclo, fusionando forma y contenido en una unidad indisoluble, con ecos de T.S. Eliot y Rubén Darío, y una defensa de lo poético en lo cotidiano.
Lo que distingue a La poesía y sus alrededores es su equilibrio entre rigor académico y calidez personal. Cervantes escribe con la autoridad de quien no sólo teoriza, sino que vive la poesía —como fundador del Festival de Poesía de Maracaibo y editor de Sultana del Lago—. Sus ensayos evitan el hermetismo, optando por un lenguaje claro y evocador que hace accesible la teoría sin sacrificar profundidad.
En resumen, este libro es una celebración de la poesía como luz contra lo obvio, un llamado a desenterrar lo poético oculto en el mundo. Recomendado para quienes buscan no sólo entender la poesía, sino sentirla como una fuerza viva y transformadora. Luis Perozo Cervantes nos recuerda que la poesía no es un lujo del pasado, sino un derecho del presente y en “La poesía y sus alrededores” logra con su estilo llano invitarnos a una conversación más que a una lectura, mientras un café nos hace compañía.

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