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Editorial Independiente de Venezuela

[El lago de los poetas]: AL LAGO COQUIBACOA de ILDEFONSO VÁZQUEZ

ILDEFONSO VÁZQUEZ
(1840 – 1920)

Poeta nacido en Maracaibo el 27 de mayo y fallecido en esta misma ciudad el 18 de mayo. Fue doctor en ciencias médicas (UCV, 1866), dramaturgo y traductor, que utilizó el seudónimo de Turupén. Se le conoció como el “Príncipe del Soneto”. Formó parte de la Sociedad Eco de la Juventud en su segunda etapa (1857-1858), que tuvo al poeta Yepes como uno de sus mentores. Más tarde fue presidente de la Sociedad Alumnos de Minerva y redactor de La Esperanza (1859). Por esos años será colaborador de El Correo del Zulia (1863) y de El Rayo Azul (1864) al lado de José Ramón Yepes, a quien siempre consideró su maestro poético. Colaborador de los periódicos de su época, como La Antorcha (1872-1973), El Periódico (1876), El Cocuyo (1882-1883), La Mariposa (1890), El Sabatino (1891), El Sociologista (1893), Americanas (1893-1894), El Tipógrafo (1896-1898), La Bandera Cubana (1898), Luz y Sombra (1898) y El Benefactor (1908). Su labor poética fue muy fecunda, abordando temas patrióticos, satíricos, elegíacos, místicos, eróticos y descriptivos, además de ensayar la epopeya con La Maracaida (1910). Publicaciones: Lira zuliana (1892). La Maracaída (1910) y Álbum cinegético.
Clásico y parnasiano es el poema Al Lago Coquibacoa. Clásico porque es un soneto bien cuidado, como lo exigen las reglas de la academia. Parnasiano en la palabra ciertamente rebuscada y pomposa que sirve para cantar en forma laudatoria la condición siempre heroica del lago ante las adversidades naturales e históricas.

AL LAGO COQUIBACOA

Si aquella gloriosa que en Lepanto brilla
dio ocaso a la sangrienta Media-luna,
en tus cristales, oh gentil laguna,
se hundieron los blasones de Castilla…

¡Salve, inmortal presea de PADILLA!
¡timbre de Mara! ¡de la Patria cuna!…
¿Cuándo fue más risueña la fortuna
que al obrar el valor tal maravilla?

La Libertad, por índicos arreos,
tus palmas ciñe, al esplendor que baña
las cimas de cien montes gigantescos;

y ante el prestigio de tan noble hazaña,
¡cetro y corona rinde por trofeos
el desgarrado pabellón de España!