MARCIAL HERNÁNDEZ
(1874-1921)
Poeta y cuentista nacido en Maracaibo el 31 de marzo y murió en la misma ciudad el 29 de enero. Fue doctor en ciencias médicas (LUZ, 1897), profesor universitario y servidor público. Se desempeñó como vicerrector de la Universidad del Zulia (1898), al lado de Francisco Eugenio Bustamante22, con quien fundó el periódico La Universidad del Zulia y fue rector interino de la Universidad del Zulia (1899). Se entregó de lleno a la docencia, al periodismo y a la literatura. Fue uno de los directores y redactores de El Centinela (1891), El Teatro (1893), La Universidad del Zulia (1898), El Ciudadano (1903), Prosa i Verso (1908), El 19 de Abril (1910) y columnista de Panorama (1914). En los géneros literarios que cultivó: poesía, narrativa, ensayo, dramaturgia y crónica, es en la prosa donde adquiere pureza y precisión, con un alto dominio del idioma. Obtuvo el accésit en el certamen del Centro Literario de Coro (1910) con el poema Bolívar en el Aventino y accésit en el certamen del Himno Zuliano (1909). Fue autor de la letra del Himno a Santa Lucía con música de Vidal Calderón. Publicaciones: Violante (1937 y 1976).
En Blasón del Zulia el poeta rinde franco culto al estilo romántico, narrando hechos históricos y míticos significativos en la cantidad de fenómenos naturales que se suceden en el ambiente lacustre. La rima exterior ofrece agilidad a la estructura de leyenda del poema.
BLASÓN DEL ZULIA
A Udón Pérez
Tiene el lago de mi tierra
umbral de arena y espuma;
al orto un monte: Ciruma;
al occidente una sierra:
Itotos; y al sur lo encierra
el Ande, por cuyo rumbo,
relámpago sin retumbo,
llamarada silenciosa,
lanza entre la selva añosa
el Mago del Catatumbo.
Cansado de hollar maltrecho
las ondas del mar bravío,
siglos hace que un navío
llegó del lago al estrecho;
siguió ruta al sur derecho,
y al soplo de brisa leda,
como por manto de seda
blandamente resbalando,
fuese por el lago entrando…
y en él don Alonso Ojeda.
Nuncio de conquista armada
y de explorador a ley,
proclamó Ojeda a su rey
dueño dela tierra hallada.
El indio, al ver asentada
en medio de su heredad
la extranjera potestad,
guerra apellidó sañudo,
y con arco y flechas pudo
defender la libertad.
Huestes de patriotas fieles
contra huestes españolas
surcaron las mismas olas
en artillados bajeles.
Como alígeros petreles
la angosta barra forzaron,
al enemigo buscaron,
y conspirando al intento
Dios y el empuje del viento,
combatieron y triunfaron.
La enseña que a la mañana
en sus antenas lucía,
la enarboló al mediodía
Padilla en la flota hispana.
Vívida enseña que ufana,
de toda mancilla exenta,
iris fue tras la tormenta
en aquel día de gloria,
y un trofeo de victoria
sobre tres siglos de afrenta.
Los aborígenes fieros,
nuestros padre los patriotas
no quisieron ser ilotas,
y pelearon por sus fueros.
Herencia de esos guerreros
el blasón del Zulia es;
el blasón que en áureo pavés
finge, de oculto querube,
rastro de fuego en la nube
que da escabel a sus pies.
Ni los civiles furores,
ni el tirano presumido,
trocar al Zulia han podido
en playa de pescadores!…
Con esforzados labores
al despuntar de la paz
vuelve a resurgir tenaz,
y cual sus cumbres altivo,
bañada en fulgor más vivo
levanta al cielo la faz.
¡Confía en ti, pueblo faro,
nadie te puede apagar!
Tu destino es alumbrar,
ser en lo oscuro lo claro,
mostrar la senda al ignaro,
fijar a otros pueblos rumbo,
como el rayo sin retumbo,
persistente y afanoso,
que forja en su antro medroso
el Mago del Catatumbo!
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