Luego de la emboscada contra Napoleón los capas blancas regresan a su nido guiados por su capitán David Andrés Velasco Cabrera. Su guarida oculta está en el castillo ubicado entre los bosques, un lugar que es secreto militar del país, y que sólo conocen las personas más poderosas de España, secreto que ha sobrevivido durante siglos escapando de los ojos de los imperios más grandes. Transformándose este contacto que tuvieron con el mundo exterior en el primero por generaciones, el padre del joven capitán y señor del castillo, el Mariscal José Antonio Velasco Estrada, título obtenido de entre las sombras de la familia real española, líder de la orden militar de tecnología experimental y gran protector del secreto, recibe orgulloso a su hijo, hombre de fuerte carisma, larga cabellera negra, barba bien cuidada, regresa cabalgando con gracia, digno portador de la capa con halcón de plata, se saludan con un abrazo y David ansioso quiere informar a su padre de la emboscada de su primer combate en las afueras.
— Será mejor que lo hablemos en el gran salón, hijo mío, por ahora descansa y disfruta de un buen banquete, te lo has ganado— ordena José sosteniendo los hombros de su hijo.
David hace caso a las palabras de su padre y pide a su amigo Raúl Jiménez que se encargue de guardar a los caballos y preparar a sus hombres para un siguiente asalto. Son las horas de la media tarde y es sabio no plasmar su ansiedad de lucha en pensamientos que se hagan realidad, es mejor dejar que sus hombres vigilen, e ir a descansar para asimilar la emocionante experiencia, y plantearse los tentadores pensamientos de vivir una vida en el exterior; ideas que no se atreverá a compartir de forma abierta.
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David bañándose en su tina con agua caliente, relajando sus músculos y sintiéndose rejuvenecido hasta en el interior de sus huesos, escucha el rugir de su estómago que le indica que se ha olvidado hasta de comer, es mejor bajar ya que se acerca la hora de la cena. Después de secarse y estirar su envidiable cuerpo se dirige al gran salón donde se hacen las cotidianas cenas familiares y las reuniones, donde aprovechan para discutir sus puntos de vista sobre el rumbo armamentístico y político que desarrollan para su reino. Cenas de abundante comida y bebida, este salón brinda cumpliendo la función más importante del castillo, según su padre, mantener unida a la familia. David aprovecha que se están sirviendo los aperitivos, y es el primero en llegar no dudando en sentarse en la ornamentada mesa rectangular a comer fruta y tomar vino mientras espera a sus familiares, y con ello los platos fuertes. Las primeras en llegar son su madre Irene Cabrera de Velasco y su tía María Rocasolano de Cabrera. Dan un amoroso saludo y bendiciones sabiendo que le encontrarán colándose de primero en la cena. Irene abrasa a su hijo por la espalda sin dejarlo levantarse de la mesa, después se sienta su lado. El bebé que carga su tía María entre sus brazos siempre llama la atención del joven capitán y con un buen gesto acaricia su cabello.
— Tu primo ya ha dado sus primeros pasos,— comenta María sonriente.
— Cuando crezca estaré encantado de entrenarle debidamente y convertirle en un gran caballero.— responde cariñosamente David al mismo tiempo que mastica su comida.
María agradece las amables palabras de su sobrino diciéndole que lo va a admirar y venerar como lo hacen los jóvenes que habitan el castillo, pues él es un héroe, la conversación se interrumpe. El señor del castillo ha llegado al gran salón para hablar con su hijo, las señoras entendidas se retiran, pues estos asuntos militares sólo los manejan los hombres. José Velasco se sienta en el centro de la mesa quitándose su capa roja, observando con seriedad pero no irrespetando la forma acostumbrada de comer de su hijo.
— Dame el reporte de la misión— dice José mientras David ve como llegan sus tíos y primos mayores sentándose en la mesa, comenzando así una reunión militar, aunque no está muy feliz de que lo sorprendan mientras cena, prefiere no replicar y reportar la misión que ha causado la pérdida de unos diez hombres a los que pronto se les harán los honores funerarios. Informa que la locación del castillo permanece segura, Napoleón no tiene idea de dónde están, además de estar seguro de que nadie los ha seguido, el elemento sorpresa aún persiste y propone que lo mejor es atraerlos a las cercanías de los bosques y emboscarlos, evitando así su regreso a Francia donde se encuentra Napoleón cómodo, pendiente de otras conquistas, esperando que la guerra desgaste a los españoles para luego volver con gran fuerza. Esta es la estrategia que sugiere el joven capitán, desgraciadamente su padre no la comparte ya que arriesga el secreto de su ubicación, y compromete la integridad de la orden, determina que es mejor dejar que los franceses vuelvan a sus tierras, y si llegan a regresar, evaluar si de nuevo será necesario intervenirlos preparándoles una emboscada, luego de eso la sublevación de los españoles hará el resto y así se le dará tiempo a Madrid para responder, incluso tal vez ayudándoles armamentísticamente.
— Morirán muchos compatriotas, padre mío.— Exclama David viendo que es el único que no está de acuerdo con el plan de su padre, sintiendo que desperdician una oportunidad de oro, y no entiende como nadie puede verlo, aunque sabe que ninguno de sus tíos contradecirá las ordenes de su padre.
— España sobrevivirá sea o no conquistada, primero es la orden— replica José V. dando un golpe de autoridad— confiad en el pueblo hijo mío— termina.
— A veces construir sobre el pueblo es construir sobre el barro, en el fondo el pueblo solo quiere pan y circo.— responde David aceptando a regañadientes el mandado de su padre, y sintiéndose decepcionado.
Lleno de sabiduría a pesar de su juventud, David acepta el mandato de su padre, prefiere salir de la reunión para irse a descansar, aprovechando el tiempo muerto para visitar a su enamorada Caterina Olivares, sacándola de paseo por los alrededores del bien vigilado castillo, donde la humedad de los lagos y ríos alimentan los álamos de hojas blanquecinas y acres de color tostado. Las antorchas de los arboles más cercanos a los muros iluminan el bosque junto a la luna llena que refleja su luz en una pequeña laguna, cerca a donde están sentados, los novios se adentran en los arboles perdiéndose de la vista de los guardias. David aprovecha el momento para proponerle matrimonio, y le hace entrega de un hermoso anillo de oro que le ha regalado su madre, quien desde hace meses está a la espera de que su hijo consiga las fuerzas, o le llegue el momento perfecto para usarlo. La respuesta de Caterina de mejillas rosadas es un beso lento y apasionado cayendo unas lágrimas de sus ojos dejándose perder en sus sensaciones hasta hacer el amor cubiertos por las hojas que anuncian el otoño.
Los recientes novios regresan al gran salón anunciando su compromiso dictando la fecha de la ceremonia, los padres de David se sorprenden tanto como se regocijan en la alegría por la bienvenida noticia, declarando una semana de fiestas y de inmediato llaman a todos los familiares de la novia para celebrar un festín en honor al compromiso, sin importar las altas horas de la noche, todos los miembros de ambas familias están complacidos con la conveniente unión olvidando las diferencias que cada uno podría tener pues esta noche debe de ser de épica de celebración, digna de la realeza, donde la bebida nunca se termine y la comida abunde hasta niveles no imaginados, donde hasta los niños se unan al festín corriendo alrededor de la mesa jugando libres de reglas ya que sus borrachos padres se portan peor que ellos. A pesar de tener a su amada sentada en sus piernas abrasándolo y besándolo frenéticamente, David, no olvida que hoy combatió, y el firme cruce de mirada con su padre es de absoluto entendimiento, pero no es momento de ponerse serios, es preferible reír con las fanfarronerías de sus pares que hoy combatieron a los franceses, siendo la noche perfecta para convertir en leyenda cada cruce de espadas. Con respecto a esta unión ambas familias se ven muy beneficiadas, ya que los Olivares no son de la realeza pero poseen influencia política en Madrid conveniente para la obtención de recursos para la orden que otorga protección y refugio a dicha familia, privilegiada de contar con una amistad peligrosa y secreta dispuesta a ensuciarse las manos con sus enemigos, saliendo impunes por su posición militar.
Las risas y festejos se adormecen a pocas horas del amanecer. Madrugando mientras los habitantes del castillo están en un dulce sueño, a excepción de los sirvientes que limpian los residuos de la celebración, David vela el amanecer desde la ventana, detrás del trono del salón, reflexionando, perdido en sus pensamientos, pues hoy ha sido un día de batallas y de fuertes emociones.
David yace parado frente a esa ventana con un estandarte donde yace la espada real, cuyo tamaño es igual al de un mandoble, forjada con antiguos metales desconocidos para los más ilustres maestros, artesanos y herreros, convirtiéndose al pasar de las generaciones en una leyenda que dice haber sido hecha por antiguos dioses paganos, agregando mayor misticismo a su origen y su antigüedad desconocida. Las ancestrales tribus de Europa ya la portaban conscientes de su valor y secreto, pasando de tribu en tribu desvirtuando su leyenda que dice que esta espada ha sido forjada antes de que el hombre dominase cualquier metal, madre de todas las armas posesión invaluable casi imposible de cargar debido a su monumental peso, arma que nadie puede dominar, es irrompible y ha sido demostrado pasando por las más duras pruebas del hombre y de la naturaleza, nadie ha sido digno de sostenerla recordando el joven capitán que nunca lo ha intentado, que siempre ha preferido velarla vertiendo sus pensamientos en ella. Algunos de sus tíos dicen que está maldita y que debe de perderse en las profundidades del mar, otros dicen que es un regalo de Dios y con apuro se debe de encontrar a un digno portador para usar su poder; a David no le importa esto, siempre se ha desvelado con su reflejo que es más hermoso en la luna llena.
El instinto materno de la duquesa Irene la levanta de su cama sintiendo que su hijo tiene otro episodio de desvelo, en esta guerra sobre todo ocurre de forma más recurrente y es lógico que hoy habiendo tenido emociones fuertes, se le acumulen en una perfecta para desvelarlo.
— Vamos a llevarte a dormir hijo mío— dice Irene tomando su brazo— David le responde con una sonrisa muda dejándose llevar por su madre que deja al joven y fuerte capitán como a un niño en su habitación.
David se levanta tarde a la mañana siguiente, son las diez de la mañana, lo primero que hace es ir a las torres de vigilancia para ser informado personalmente de los movimientos de los franceses. Efectivamente Napoleón se retira a Francia por el mismo camino por donde vino, recogiendo sus pasos, dejado atrás la provincia de Teruel según reporta el vigilante, información dada por los espías del bosque, todo sale como su padre lo había proyectado, llegando a darle la razón, en su decisión al ver con mayor calma lo que le había escuchado, pensando que tal vez no habrá ni necesidad de regresar al combate, pues es sabido que el emperador francés gusta de hacer varias campañas simultaneas, deseando David que caiga en una de ellas. El joven guerrero pasa el resto del día merodeando por el castillo, conviviendo con sus vecinos y familiares, esperando que llegue la tarde para ver a su amada, marcando el segundo día de festejos, pero antes de que llegue la tarde no es mala idea hacer caso a la sugerencia de sus amigos, de salir de los bosques para pasear por las praderas a caballo, tal vez practicando sus habilidades con armas no letales. Cuando su mejor amigo Raúl Jiménez llega con su caballo no duda en ir, el día transcurrió como David lo había planeado, llegando la noche con una luna teñida de rojo que desvela a los jóvenes comprometidos, David y Caterina sentados en su banco frente a una pequeña laguna, al final de la semana serán marido y mujer, suceso que no puede ser más emocionante, tomados de las manos comparten sus sueños de su futuro, Caterina ve la emoción de David en conocer el mundo exterior y promete que lo llevara a Madrid su ciudad natal, el joven capitán solo responde con un beso bajo la luna roja, algo que es un mal presagio, según los ancianos, para el matrimonio o para la guerra; a David le da igual estos pensamientos, ahora está con su amada y es el momento de unirse a las festividades.
— Lo único que vence tu amor hacia a mi es tu insaciable apetito.— bromea Caterina de cabello rulo color caramelo, la pareja regresa al gran salón donde terminan su noche celebrando con sus seres queridos.
Las horas cercanas al amanecer inunda a todos los habitantes del castillo en un agraciado sueño, ignorantes de que mil soldados, fuerzas especiales franceses, acechan las afueras ocultos entre las hojas, los susurros nocturnos de la luna roja han guiado a los franceses al escondido nido de los halcones, susurros que hacen estar a los habitantes del castillo dormidos, facilitando la entrada a los enemigos quienes acaban con los pocos vigías que se despiertan cuando ya es muy tarde, dándole muerte con las ballestas, tomando las torres silenciosamente y con éxito; la mayoría de los soldados han sufrido una muerte sorpresiva pero los que logran apenas defenderse logran advertir a los pobladores con fuego y gritos, causando un alboroto, ya que estos no son los típicos pueblerinos indefensos, la mayoría de las familias están adiestradas para la lucha, los franceses no tienen más remedio que usar el poder del fuego para causar confusión y disturbios, un anciano despierta en lo alto del castillo al escuchar semejante alboroto, y al sospechar que han sido invadidos, rápido coge su lámpara de gas y baja a advertir a cuanto se cruce en su camino, su prioridad es esconder a los niños e ir a defender el gran salón del castillo, a pesar de su edad pues este es el momento para el cual ha sido entrenado toda su vida haciendo todo de forma automática. Los Velasco y los Cabreras con todos los demás familiares resisten refugiándose en el salón principal donde se escuchan explosiones en las afueras— están derribando los muros— exclama un guardia que protege la entrada al gran salón, pero nada pueden hacer los hombres a pie contra los caballos que asaltan la entrada, otra explosión suena en la armería indicando que los franceses han logrado tomar el sótano y dejarlos sin armamento, teniéndose que defender solo con las armas que cargan; es tanto el caos y la confusión que José Velasco no logra entender cómo se han infiltrado caballos y logrado traer cañones sin haberlos visto en los bosques, la brea propaga las llamas como también así el caos, dejando a todos los que no han sido atacados por los cañones, atrapados dentro de los muros, los franceses asaltan todos, las partes del castillo, al mismo tiempo, como si hubiesen planeado este ataque durante meses e incluso años, ¿desde cuándo los han descubierto? ¿es tan superior el ejército francés que la orden no está preparada para un ataque así? “Imposible” niega José V. en sus pensamientos mientras ve como su pueblo muere asfixiado por el fuego y acero. Al final todo se decide en el salón principal donde David lucha valientemente, pero los invasores son una abrumadora mayoría de diez contra uno, un numero difícil incluso para la superioridad de los soldados de la orden que caen con cada minuto, desdichado es el momento que David ve caer a su padre derribado por un disparo en la espalda, desesperado busca abrirse paso para salvarlo, sus hermanos y primos también caen, la familia está siendo masacrada y David es de los últimos en caer apuñalado por los sables franceses yaciendo en el suelo en agonía teniendo que ver como destruyen su preciado hogar pareciendo que quisiesen erradicarlos de la historia siendo su único consuelo el haber dejado a su amada Caterina escapar con su madre y algunos familiares y caballeros que las protegerán con su vida— todo se oscurece ha llegado mi momento, es hora de morir— son las últimas palabras de David, flotando en el aire enrarecido de la muerte, antes de cerrar sus ojos David tiene un recuerdo de su infancia: se ve a sí mismo jugando a la guerra, con espadas de madera, escucha un eco de bullicios infantiles, las voces de sus primos con los que combate en el juego, y por último a su madre llamándolo para la merienda, el llamado maternal cada vez más sordo, alejándose, perdiéndose en la oscuridad de una mañana donde la luz entra y sale difuminándose contra el crepúsculo de la muerte.
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El Engendro. Un cuerpo yace sobre el suelo bañado de sangre en el gran salón que se consume en llamas convirtiéndose en escombros, David aun no es cadáver como sus verdugos creen, todavía respira alcanzando ver a los franceses retirarse del salón para ensañarse con los que quedan. Para su extrañeza ve como de repente las grandes puertas del salón se cierran solas violentamente y el fuego se tiñe de rojo con el reflejo de la luna roja transluciendo su luz a través de la ventana de cristal donde reluce la espada real en su altar, David no comprende como los franceses pudieron ignoran una reliquia tan preciosa y no llevársela, al parecer una de las tantas leyendas que rodean a la espada es cierta, ella es capaz de ocultarse de los indignos con la luz de la luna, e allí la razón por la que nunca fue cambiada de lugar. Una sombra en las llamas se manifiesta interrumpiendo el viaje al más allá de David.
— No te puedo devolver tu vida ni tampoco a tu familia, pero te puedo otorgar la oportunidad de cosechar tu venganza.— Dice la sombra— Eres un joven capitán de una poderosa orden secreta; eres talentoso, atractivo, inteligente y servicial, serías un maravilloso regalo de boda para mi hermana.— termina la sombra.
David se pierde mirando los eclipses de sus ojos, ella le muestra un libro morado que está ilustrado en su portada por un pentagrama invertido, no tiene fuerzas para preguntar en que consiste el contrato pero sabe que sólo puede ser de origen diabólico, el tiempo es crítico y debe de decidir si aceptar o no la tentadora oferta antes de que su tiempo en este ingrato mundo se agote, el libro no sólo se abre para mostrar su contenido sino una oportunidad para David de vivir en la amarga servidumbre, de que su familia no sea olvidada en la historia y de poder ver de nuevo a su amada Caterina; el instinto de supervivencia lo domina sin tener idea de lo que le depara el futuro; sin pensarlo mucho firma usando lo que le queda de fuerza, colocando su ensangrentada mano donde señalo la de los ojos eclipsados, el frio es la última sensación que siente antes de cerrar sus ojos como un mortal, todo vestigio de dolor ha desaparecido de su cuerpo que ahora es cadáver comenzando con el paso de cada momento a olvidar lo que significa dicha palabra, sin sentir energía que origine el movimiento de su cuerpo, David no sabe de dónde saco fuerzas para levantarse, ya habrá bastante tiempo de conocer su nueva forma de existir, ahora es más importante saber quién es la dueña de su alma mirándola fijamente, la de los ojos eclipsados le hacer saber a David lo que debe de hacer sin decir una sola palabra, el cadáver viviente camina hacia el altar y toma la espada real sin que esta le pese— tenemos que irnos— dice la de los ojos vacuos.
Corto es el recorrido que llena de lágrimas los ojos de David al ver a sus familiares tirados en el suelo mutilados como animales y su hogar destruido apenas reprimiendo el impulso de arremeter contra los franceses que todavía oye fuera del salón— tu espada es formidable, desconozco su origen pero sé que no viene de ninguno de nuestros reinos— expresa la Archimago frívola cuando intenta sociabilizar falsamente, David no dice nada su mirada está llena de odio y no soporta estar un minuto más en este lugar, de pronto ambos comienzan a hundirse en el suelo siendo consumidos por llamas negras.
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Al terminar de hundirse abre sus ojos sumergido y encadenado al rojo vivo, desnudo entre gritos de dolor, ve a su patrona a lado de un hombre con cuernos y cola de pavo real que se presenta como Adramelch el quemador de niños, quien prepara un caldo negro hirviente donde lo sumergirán, los latidos del corazón de David están más acelerados de lo que nunca antes lo estuvieron en su vida, temiendo un infarto.
— Oh, tranquilo en el infierno no morirás. Qué mejor regalo se te puede dar con sólo el mínimo pago del sufrimiento eterno— dice Adramelch disfrutando como su víctima sufre atemorizado con sus sentidos encarnizados. El quemador de niños le explica que él se encargara de convertirlo en un digno sirviente de una princesa resaltando sus talentos. Se convertirá en un engendro creado a voluntad del dueño, será construido en siete días ironizando con los mismos que Dios tardo en crear al mundo, siete días de sufrimientos y torturas le esperan mientras le vierten el ardiente liquido negro que se adhiere reemplazando su piel, además las repetidas torturas psicológicas reprimen la mayor parte de los recuerdos de su vida, sólo dejando lo indispensable, sustrayendo las emociones inútiles como el perdón, el amor y el remordimiento.
Pasado los siete días la princesa busca a David que goza de una nueva apariencia y de un nuevo poder, sus ojos brillan verdes como si fuesen radioactivos, su piel es de brea, es más fornido, la Archimago está satisfecha con el producto del cual Adramelch afirma que es una de sus mejores obras, digna de su cliente, otorgándole una armadura importada de la fragua hecha por los mejores herreros del Cuarto Circulo, que David viste portando la capa llameante de su forjador
— Prepárate para un largo viaje David, ahora iremos a un lugar mucho más frio, y hoy te entregaré a mi hermana en el castillo de hielo.
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