“Quiero escribir pero me sale espuma” le dijo el hombre a la piedra, con un cuadernito muy feo en una mano y un lápiz en la otra. “¿Será que necesito una posición más de escritor?”
Entonces el hombre adoptó una pose más de escritor, tal como él los veía: mirada lánguida que mira la profundidad del mar en un cuadrito de 30 x 30 colgado en la pared, preparado para escribir los versos más tristes sobre tristes tigres en un trigal de espejos esta noche en un lugar de la manchada vida de cuyo nombre, dice, no quiere acordarse. Entonces se dispuso a escribir.
Luego intentó escribir.
Finalmente trabajó en escribir un poco más. Pero nada.
Volvió a su piedra, y le dijo: “Quiero escribir, pero me salen piedras”
Entonces la piedra escribió El Ulises en tres puntos imaginarios que se desvanecieron en el aire.
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