anükü: Sustantivo. Palabra, voz, pero también lengua como idioma.
Añunnükükarü es la lengua de los añuu, el idioma de los añuu.
Para la cosmovisión añuu la palabra o la voz tiene una profunda vinculación con el sentido de sujeto, pues, se entiende que ella adquiere vida inmediatamente luego que, con su aliento, el hablante la pronuncia para decir. Así, lo dicho siempre permanece vivo, ya sea porque lo dicho se manifiesta en una acción del hablante que le es totalmente correspondiente o, ya porque el hablante asume el compromiso por lo dicho. Esto, sin lugar a dudas, forma parte de la consideración del sistema de la lengua como algo que va mucho más allá del mero hecho comunicacional, ya que es capaz de convertir cada término o expresión en el sujeto de la acción que por sí misma compromete al sujeto hablante; de esta manera, hablar o comprender el añunnükü es más que el dominio de un sistema de comunicación, sino el compromiso del sujeto con el sentipensar que tal sistema implica en tanto visión del mundo y forma de vivir el mundo. Expliquemos esto con una anécdota.
La primera persona hablante del añunnükü que conocimos en la Laguna de Sinamaica fue Trina Rosa Silva. Ella era una anciana imponente, lo que no sólo era palpable en su erguida posición al momento de mover el remo para desplazarse en su cayuco, sino que se hacía imponente por el profundo respeto que mostraba por su condición de mujer añuu y, por supuesto, por su lengua, lo que generaba en todos los miembros de la comunidad, un profundo respeto a quien consideraban una fiel representante de su condición originaria. Así, el día que nos conocimos y le expresé mi deseo de aprender el añunnükü, ella me observó por un breve instante; sin embargo, a mí parecer fue todo un desnudamiento de mí y de mis intenciones que ella se encargó de sacudir rápidamente al pedirme que la acompañara.
Recuerdo que era un día sábado y los sábados son días de mercado en Puerto Cuervito, así que embarcamos en su cayuco y ella comenzó a palanquear, erguida, silenciosa, mientras yo sólo admiraba su poderoso equilibrio.
En el recorrido de su casa a Puerto Cuervito, todos, jóvenes y viejos, mujeres y hombres la saludaban con respeto y ella respondía con evidente satisfacción, pero sin descender ni un ápice de su contundente posición sin que ello representara dominio alguno sobre los otros. Quiero decir, Trina Rosa era respetadamente amada por todos y ella, respetuosamente amaba a todos, muy a pesar de que les cuestionara su evidente abandono de su condición de ser añuu. De esto me dí cuenta, pues, cuando los jóvenes le decían en castellano: ¡Buenos días Trina Rosa! Ella les respondía en castellano: ¡Buenos días! Pero, si quien le saludaba en castellano era un anciano o anciana, contemporáneos a su edad, ella, en lengua añuu, les conminaba a dirigirse a ella en añunnükü y no en castellano; de lo contrario, sencillamente, ella no les respondía, lo que ya todos sabían.
Más luego ella misma me explicaría que, cortar lengua no es puro hablar el idioma, sino que eso supone compartir no sólo lo que se dice sino la forma de pensar y vivir lo que se dice porque quien habla el añunnükü es porque está comprometido con eso que la lengua dice. Dicho de otra manera, para el sentipensar añuu jamás se habla por mero hablar, pues, toda palabra dicha adquiere su propio camino y, en ese sentido, marca el destino o camino de quien la ha procreado con su aliento, ya que queda atado a su desandar como palabra dicha, como compromiso. En este sentido y, no de balde, los términos voz, palabra (anükü) y caminar (anükaa), parten de la misma raíz verbal: anük-. Tanükü (mi palabra); pünükü (tu palabra); nünükü (la palabra de él); jünükü (la palabra de ella); Wanükü (nuestra palabra); janükü (la palabra de ustedes); nanükü (la palabra de ellos/ellas).
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