En este estudio histórico regional del Zulia, con aproximaciones biográficas a la figura del Cacique Nigale, se ha intentado acercarse lo más posible, a través de la investigación, al violento tiempo que le tocaría vivir a Nigale, a su etnia indígena zapara y a otros grupos aborígenes, pobladores de la cuenca del Lago de Maracaibo, a su gran resistencia ante la penetración europea de su espacio vital y al terrible etnocidio efectuado por muchos de esos invasores, quienes les robaron el oro, les arrebataron su libertad y los esclavizaron, y casi acabaron con la existencia de aquellas etnias aborígenes de la región lacustre, no solo con unas armas superiores a las suyas, sino también a través del engaño, de la traición y de la alevosía, además de irles arrancando lentamente, su auténtica identidad de pueblo, representada básicamente en la lengua propia que los identificaba y en otros aspectos de su cultura autóctona.
Para lograr el propósito básico de esta investigación, de base científica y de finalidad didáctica, dirigida a los niños y jóvenes en especial y a la comunidad venezolana en general, se usará un lenguaje sencillo, en forma de narración y comprensible para cualquier nivel socio-cultural del lector, a pesar de lo crudo de la temática planteada, para lo cual se ha dividido en varios capítulos. El primer capítulo se dedicaría a un leve conocimiento de los pobladores indígenas prehispánicos en la región lacustre, provenientes de las grandes familias: aruacos, caribes y chibchas, destacando, en una forma somera, las características étnicas que los identificaba y sus costumbres socio-culturales fundamentales, para luego emparentarlos con sus descendientes, las cuatro etnias actuales que pueblan el Estado Zulia y una parte de Colombia. En el segundo capítulo, se haría un recorrido panorámico de carácter histórico, por los cien años transcurridos, desde el llamado Descubrimiento o Encuentro de dos culturas, la europea y la americana, efectuado en el Lago de Maracaibo, entonces una auténtica alberca cristalina, el 24 de agosto de 1499 y aquel año de 1598, con la aparición pública de Nigale como cacique de la etnia zapara, para más tarde, unificar y encabezar la gran resistencia aborigen de la cuenca lacustre. Ese primer encuentro doble de las culturas, de los europeos con los indígenas americanos, muy pronto se iba a convertir en triple, al añadirles el componente negro, con el vergonzante comercio de naturales del continente africano, para convertirlos en esclavos, en las nuevas tierras americanas. Al ir incursionando en el tiempo del recorrido histórico, se intentará seguir la extensa ruta de la justa resistencia indígena, desde el momento inicial del Encuentro hasta llegar al atroz etnocidio, efectuado por muchos de aquellos conquistadores europeos, durante la llamada conquista, colonización y poblamiento, en este caso, de la cuenca del Lago de Maracaibo, ubicada en la denominada Tierra Firme, crímenes perpetuados a pesar de las concepciones morales y de las numerosas protecciones jurídicas de los monarcas hispanos, del propio papado y sobre todo, de la abnegada labor de los misioneros. Para el abordamiento de un tema tan polémico, debería intentarse su estudio con una especial sensatez, a pesar de lo difícil, sin dejarse dominar por el apasionamiento ideológico, emocional o sentimental, sino tratando de entender la mentalidad, tan diferente a la actual, de aquellos hombres europeos del siglo XVI, quienes venían de la oscuridad de la época medieval y estaban en el camino, de apenas despertar al deslumbrador Renacimiento. Como es muy conocido, esa resistencia indígena sería consustancial con la llegada del europeo a las tierras americanas y con intervalos, existiría no sólo en el siglo XVI, estudiada en este trabajo, sino que se prolongaría durante las dos centurias siguientes de la dominación española, es decir los siglos XVII y XVIII, y aun más acá, ya constituida la nación venezolana, a los siglos XIX y primera mitad del XX. En la época estudiada del siglo XVI, el primero de la llegada del europeo invasor, la resistencia indígena se centralizaría en varias zonas de la cuenca del Lago de Maracaibo, la del norte encabezada por los onotos y alcojolados, nombres genéricos que se les daban a los zaparas, aliles, toas, sinamaicas y arubaes, al parecer, todos de origen aruaco; la zona que podríamos considerar intermedia, de parautes, misoas, moporos y tomoporos; y la del sur, básicamente por los quiriquires durante el siglo XVI y parte del XVII, aunque existían otras etnias, como los bubures, buredes, pemenos, guanaos, macoas, carates y chaques, la mayoría de ellas llamadas coronados o motilones por los cronistas, sembrando una confusión de varios siglos, entre la auténtica diferenciación de los indios caribes y de los de origen chibcha, lo cual gracias a los estudios modernos de lingüística, pudo hacerse al fin, en la primera mitad del siglo XX, conociéndose entonces, que los chibcha eran los indígenas barí y los caribes eran los yukpa. En esa resistencia indígena, en la época estudiada, muy poco aparecerían los wayúu y los cocinas, de origen arauco y muy pronto retirados hacia las pampas guajiras donde sí plantearían su resistencia en muchas ocasiones, así como los caquetíos, vecinos de las regiones falconianas, aruacos también de origen y exterminados, casi en su totalidad, por los gobernantes de los comerciantes welser. El tercer capítulo, en forma sintética, trataría sobre la inmensa tragedia de los indígenas en la época colonial, el despojo y los maltratos sufridos a manos de los llamados conquistadores y los sistemas de explotación utilizados por ellos, tales como repartimientos y encomiendas, así como el papel jugado por las misiones. El cuarto capítulo y central de la obra, abarcaría los aspectos biográficos, muy pocos conocidos del valiente Cacique Nigale, en el violento tiempo que le tocaría vivir, iniciado desde su isla natal Zapara, para pronto conocer la guerra invasora y la servidumbre desde muy niño, recuperar la libertad ansiada y lograr obtener el despertar de sus dotes de líder y su especial carisma, que le permitirían efectuar la unidad de esa resistencia indígena de las diferentes etnias en toda la región de la llamada Laguna de Maracaibo, así como el engaño y la traición utilizada para poderlo apresar y por último, su alevosa muerte, en la Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, al ser ahorcado, muy posiblemente hacia el 24-26 de junio de 1607, después del exterminio de su nación zapara y de las otras existentes en las márgenes de esa región lacustre, como eran los aliles, toas, sinamaicas, parautes y misoas, entre otras, en un gran genocidio, por sólo aspirar a poder disfrutar de la libertad plena, en el espacio que siempre habían habitado, hasta la llegada del invasor europeo. En esos años de intensa lucha y de resistencia aborigen, la existencia de líder de Nigale se iba a imbricar totalmente con la de su pueblo, como un verdadero caudillo de la auténtica libertad humana, motivado por un ideal colectivo. El quinto capítulo, serviría para exponer algunas nociones sobre la aculturación de los actuales añú o paraujanos, como descendientes de las etnias zapara, toas, sinamaicas y aliles, entre otras, después de la alevosa muerte de Nigale y sobre todo de la resistencia aborigen permanente en el sur de la Laguna, de los quiriquires y de los llamados motilones, en una forma muy resumida, lo cual sería ampliado en un futuro estudio, sobre los siglos XVII y XVIII del poderío colonial español, en la actual región zuliana. Queremos dejar constancia, desde ahora, que el propósito inicial del autor, es ir redactando en varios libros de investigación, La Provincia de Maracaibo en la Época Colonial, desde luego con las necesarias imbricaciones nacionales y neogranadinas, ya que esa temática sido muy poca y mal tratada de conjunto, en los estudios regionales. Desde luego, serán obras similares a ésta, de carácter divulgativa, donde la sencillez didáctica no elimine a la investigación científica, pero sin tecnicismos y al alcance de todos, en especial de los niños, jóvenes, estudiantes, docentes y comunidades en general. Con ese fin, estamos redactando, una amplia cronología de los acontecimientos fundamentales sucedidos en esa época, así como tratando de localizar todas las fuentes necesarias, las cuales nos puedan ayudar sobre manera, en esa titánica misión de investigación histórica regional.
El sexto capítulo, a cuatro siglos de aquellos trágicos días, correspondería a los reconocimientos actuales, a la siempre presente memoria de Nigale, el gran dirigente indígena, y a su valeroso pueblo, sacrificados en la eterna lucha por la libertad y en la constante búsqueda de la independencia de las potencias extranjeras e invasoras del sagrado suelo de sus antepasados. Desde luego que, entre esos permanentes y justicieros recuerdos a su memoria, estaría la construcción del monumental Puente Nigale, sobre el Lago de Maracaibo, el cual en estos momentos se está iniciando; la exaltación al Panteón del Zulia de la memoria de Nigale, ya que no se pueden localizar sus restos mortales; el logro del mayor conocimiento y difusión del nombre del Cacique Nigale, sobre todo a través de la realización de montajes teatrales, música, artes visuales, publicación de obras históricas y otras actividades culturales en general, para evocar en una forma digna y constructiva, con amplios fines didácticos para la niñez, juventud y comunidades, estos cuatro siglos de su alevosa muerte; por último y no menos importante, por su intensa valor social, sería el rescate de Zapara, su isla natal, cuyos habitantes viven en condiciones muy deplorables e indignas de los descendientes del gran Cacique Nigale.
La importancia del conocimiento de estos crudos planteamientos, del verdadero proceso de la formación de la nacionalidad, deberá mirarse sin miedo y sin odio hacia ese pasado colonial, que queramos o no, nos pertenece como historia de un pueblo, como herederos de un ayer, que nos podría servir para explicar y entender mejor el presente y para luchar en la búsqueda de la construcción de un futuro distinto y superado para la región y el país. No se puede ignorar que las fuentes históricas conservadas, fueron escritas por los “vencedores” y que no existen versiones indígenas, por ser éstos pueblos ágrafos, sin escritura, sin embargo, entre líneas, puede leerse, a veces, la verdad histórica de aquel terrible momento, ya que en todos los tiempos hubo simpatizantes de la justicia contra el maltrato de los indígenas y muchos de los documentos conservados así lo comprueban, sobre todo, aquellas polémicas desatadas por los frailes religiosos, las reales cédulas y los llamados juicios de residencia de los gobernantes, con muchos testigos honestos de aquellos dinámicos momentos históricos, además de las imborrables huellas dejadas por la etnografía y por la antropología. Esta primera investigación se centralizará en algunas fuentes documentales, revisadas y analizadas en el Archivo General de Indias, por el respetado Hermano Nectario María, uno de los investigadores de la época colonial venezolana que siempre actuaría conscientemente, conservando la suficiente objetividad, hasta donde le fue posible, a través de la revisión analítica de la auténtica documentación conservada. No se descarta totalmente la versión suministrada por Fray Pedro Simón, Cronista de Indias, quien sería casi contemporáneo de los sucesos narrados y aludiría a éste y a otros temas históricos, usando cierta fantasía descriptiva, lo cual lo acercaría más a la literatura que a la historia, por aquello de lo real maravilloso del territorio y de los habitantes americanos. Esa curiosa imagen así construida, ha sido repetida, hasta la saciedad, por los cronistas y otros escritores posteriores, al narrar esos sucesos de la resistencia aborigen. Se leyeron todas las fuentes conocidas sobre el tema y desde luego, casi se descartaron los escritos de algunos cronistas, al referirse a la vida de Nigale y a su época, ya que no aportan casi nada y suelen ser, simples repeticiones o bien, exaltaciones con tintes poéticos o ideológicos, que velan casi totalmente la verdad y están muy lejos de la auténtica versión histórica del acontecer de un proceso, para ser dignas de ser conocidas por los actuales venezolanos, quienes verdaderamente piensan, analizan y no aceptan ya, las abundantes mentiras que han escrito los numerosos seudo-historiadores, quienes han ido tergiversando, con frecuencia, los auténticos sucesos históricos que el país ha sufrido y vivido, en su extenso transcurrir histórico.
Así, a través del fenómeno social y humano de la resistencia indígena y de la figura ilustre de Nigale, como su unificador, se estaría reconstruyendo aquella historia del siglo XVI en la cuenca del Lago de Maracaibo, con acercamientos someros a la historia de la Provincia de Venezuela y de otras zonas del continente americano y sobre todo de aquellas poblaciones venezolanas y neogranadinas, las cuales irían formando la llamada región histórica del Lago de Maracaibo y su circuito agroexportador, como la ha denominado, con gran acierto, el historiador marabino Germán Cardozo Galué. Esa región histórica, de importancia capital para la historia de la economía, la vida socio-cultural y las comunicaciones, puede lograr entreverse, en una forma remota, en el comercio de los pueblos aborígenes prehispánicos y desde luego, en los caminos seguidos en la época colonial, desde 1499 hasta el momento de la independencia y más tarde, del surgimiento de la nación venezolana, tras un largo proceso de formación, solidificado en el siglo XIX y comienzos del XX.
Se ha construido una Cronología del Cacique Nigale, para sintetizar los datos de su trayectoria vital y también, de su reconocimiento histórico post-mortem, a través de los estudios, crónicas y artículos que se han escrito sobre él y sobre sus acciones de caudillo aborigen zapara, quien con su extensa resistencia a lo largo del tiempo, se equipararía con el gran cacique Guaicaipuro y con la etnia de los indios caracas, en la historia de la resistencia indígena nacional. Así mismo, se han elaborado las Fuentes Documentales, Bibliográficas y Hemerográficas sobre Nigale y su tiempo, para facilitar su estudio a los que deseen investigar más profundamente ese tema u otro, relacionado con su importante época histórica, cuando estaban naciendo los más remotos orígenes de la historia escrita de la región de Maracaibo y del país. Del mismo modo, se han incluido, las Otras Fuentes Utilizadas en esta investigación, en los distintos capítulos del estudio, desde luego que se tratado de efectuar una selección de las principales, muy difícil porque se ha escrito mucho sobre el siglo XVI en la cuenca del Lago de Maracaibo, aunque no todo es de gran importancia y trascendencia. Se han añadido dos Apéndices, que se han creído muy necesarios. El primero reproduciría un extenso y reconocido ensayo del doctor Arturo Uslar Pietri, donde con su gran lucidez intelectual, ha planteado el problema de La conquista de América como problema jurídico y moral, temática discutida desde hace más de quinientos años y la cual siempre seguirá planteando polémicas interminables, porque se deben conocer los diversos planteamientos que se han efectuado, no para excitar los odios entre los nacionales americanos y españoles, sino para tratar de razonarlos y de ser posibles entenderlos, con la dinámica histórica de los tiempos. Con la inclusión de este valioso trabajo ensayístico del más importante escritor venezolano del siglo XX, solamente se desea abrir la eterna discusión sobre algo que no debió haber sucedido nunca, pero que lamentablemente se realizó, como todos los grandes crímenes de la humanidad contra el derecho de gentes, que durante siglos se han consumado contra la libertad, a través de las conquistas violentas de los pueblos, de las muertes injustificadas y de la esclavitud de sus legítimos habitantes, guerras justas, según algunos, tratadas de justificar desde siempre, como lo podemos apreciar desde la época remota de la Grecia clásica, por los escritos del gran filósofo Aristóteles. En el segundo apéndice, bajo el título: Diccionario biográfico e histórico de la Conquista y Resistencia Indìgena del Zulia, se intentaría conocer algunas de las figuras estudiadas, en pequeñas entradas biográficas, como inicio de la elaboración de un amplio y necesario Diccionario Biográfico del Zulia.
Este trabajo, se inscribe en la nueva concepción y valorización de la historia, en este caso regional del Zulia, rescatándola como maestra de la vida, según la concepción clásica, para que las actuales y futuras generaciones de zulianos y de venezolanos, conozcan los momentos estelares de sus emblemáticas figuras, en este caso, de los valientes dirigentes indígenas, que dieron su vida en la pionera lucha contra el invasor europeo y cuya sangre derramada, estuvo clamando durante esos tres siglos de dominación, por la aparición de una figura providencial, extraordinaria y predestinada, que continuase y dirigiese esa lucha, hasta lograr la expulsión del suelo nativo, de aquellos invasores, que un 24 de agosto de 1499, habían llegado al Lago de Maracaibo, para iniciar esas tres centurias de dominio hispano, férreas cadenas que rompería la espada victoriosa del Libertador Simón Bolívar y el insigne valor de los héroes, quienes lo acompañaron en la gesta de la independencia sudamericana.
La figura carismática del valiente Cacique Nigale, actualmente empezando a ser reconocida como uno de los más importantes jefes indígenas de la región zuliana y por ende, del país, ha sido muy desafortunada y ha corrido con muy mala suerte, ya que la llamada historia tradicional casi lo ha ignorado, lo ha condenado al más injusto olvido, lo cual es peor que la muerte física. Sin embargo, esa misma versión de la historia, ha exaltado a muchos otros caciques indígenas del resto del país y sobre todo, del centro de la nación. Es imposible conocer la causa de esa ignorancia, quizás sea el centralismo imperante desde siempre, en la necesaria divulgación de la llamada historia nacional. La solución que debemos aportar los zulianos a esos centralistas acérrimos, no puede ser revanchista contra ellos, sino sencilla, creadora y patriótica, al elaborar obras sobre la identidad regional y sobre la auténtica memoria del pueblo zuliano a través del tiempo. Así, se iría dando a conocer la historia real y verdadera, duélale a quien le doliese, de una de las regiones más importantes del país, tanto histórica como económicamente, donde nacería el nombre de la Patria, Venezuela, el 24 de agosto de 1499, en el Golfo de Venezuela y donde terminaría su guerra de independencia, con la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, además de su inmensa riqueza petrolera aportada al fisco nacional y la gran producción agrícola y pecuaria, sobre todo de carnes, leche, plátanos y tantos otros productos que han podido alimentado al país durante siglos.
Las fuentes del conocimiento histórico y su divulgación popular a través de todos los medios de difusión, tienen la gran obligación, en este caso, de dar a conocer al verdadero Cacique Nigale, a su real figura histórica, al hombre valiente y aguerrido, al dirigente unificador de las etnias, al guerrero batallador y al mártir de la libertad de su pueblo. Ese sería el camino correcto del rescate de la figura heroica de Nigale, a cuatrocientos años de su muerte, ya que en estos nuevos tiempos del tercer milenio, de cambios muy fundamentales en las mentalidades, debemos humanizar a la figura de Nigale para ponerlo a convivir con las comunidades y a conversar con su pueblo, en una comprensible y amena charla sobre su personalidad y su época, tan desconocidas para todos. Sin mitificarlo, ni quererlo convertir en una fría estatua de mármol, ni tampoco en un personaje novelesco, digno de la exaltada fantasía de un creador literario, ni hacerlo emerger como un ser casi divino, endiosado, el cual podría conmover los sentimientos de un pueblo tan regionalista como el zuliano, pero nunca sería el auténtico jefe indígena, aquel que luchó y dio la vida por un ideal colectivo y libertario para su pueblo, el cual ha conservado su nombre ilustre, en la memoria colectiva de la tradición. Ese sería el Nigale que desea rescatar la Sociedad Bolivariana del Estado Zulia, para hacerlo epónimo de una ciudad cultural popular, ubicada probablemente en territorio del municipio Mara o en otra zona vecina, quizás en el propio terruño natal de Nigale, la isla de Zapara. En el año 2006, al anunciarse, la construcción del segundo puente sobre el Lago de Maracaibo, inicialmente concebido con el nombre de “Puente Padilla”, por razones de auténtica justicia histórica y gracias a una acertada decisión del Gobierno Nacional, presidido por el Comandante Hugo Chávez Frías, se iba a conocer que el ilustre nombre del cacique zapara, sería inmortalizado en una obra de ingeniería moderna, el monumental Puente Nigale, el cual cruzará el espacio lacustre, como ayer lo hiciera su epónimo Nigale en una canoa, con la finalidad de unificar a toda la cuenca del Lago de Maracaibo, por cuyo territorio lucharía y moriría el jefe zapara.
A la vez, comunicaría al estado petrolero por excelencia, con el resto del país y aún, con otros países del continente americano, como lo soñaron el Libertador Simón Bolívar, el Mariscal Antonio José de Sucre y el General Rafael Urdaneta, éste último máximo paladín marabino de la independencia, cuyo ilustre nombre ha ostentado el actual Puente sobre el Lago de Maracaibo desde 1962, al cual vendría a unirse esta moderna estructura de comunicación en honor al Cacique Nigale, héroe civil y figura trascendente de la resistencia indígena venezolana, cuyo nombre es honra y prez de la zulianidad y desde luego, máximo orgullo de la nacionalidad venezolana y de los descendientes indígenas de todo el continente americano, quienes sufrieron por más de tres siglos, el yugo de las cadenas del poderío español, manteniendo su constante lucha por la ansiada libertad.
Durante su trayectoria vital
1564-1565
Fecha aproximada del nacimiento de Nigale, la más probable según el desarrollo de su vida, en la isla Zapara, situada en las inmediaciones de la Barra del Lago de Maracaibo y asiento de la etnia zapara. Es muy difícil de concebir la fecha de 1551 citada por Alciro Pereira y menos la de 1577, dada por algunos de los escasos estudiosos de la resistencia indígena y del cacique Nigale, porque entonces no cabe la posibilidad de haber sido paje del capitán Alonso Pacheco, fundador de Nueva Ciudad Rodrigo, población que existiría entre junio-julio de 1569 y noviembre-diciembre de 1573, ya que ese oficio lo desempeñaban niños esclavizados, entre los seis y nueve años de edad y nunca en período adolescente o juvenil.
1569
Refundación de una ciudad en las riberas lacustres, entre los meses de junio y julio, con el nombre de Nueva Ciudad Rodrigo, por el capitán español Alonso Pacheco, proveniente de Trujillo.
1571
Fecha aproximada del apresamiento del pequeño Nigale, con una posible edad de 6 a 7 años, en una de las guazábaras entre las tropas de Alonso Pacheco y los indios zaparas, convirtiéndole en un paje al servicio del jefe español, época de su vida indiana cuando iba a lograr aprender el idioma castellano casi a la perfección.
1573
Despoblamiento de Nueva Ciudad Rodrigo, por su propio fundador, Alonso Pacheco, a finales de noviembre o comienzos de diciembre, lo cual significaría la libertad del pequeño Nigale.
1574–1598
En esos 25 años no se conocen datos biográficos sobre Nigale, suponiéndose que pasaría por una extensa etapa de formación, adquiriendo aquellos conocimientos necesarios y demostrando su arrojo y valentía, para lograr ser cacique de la nación indígena zapara y el respeto de todos los aborígenes de la cuenca del Lago de Maracaibo.
1598
Nigale reaparecería en las crónicas históricas, como uno de los caciques zaparas de la época, conjuntamente con Tolenigaste, quienes dirigían la resistencia indígena, en la parte norte del Lago de Maracaibo. Así, se ha citado el ataque a una fragata que traficaba por la barra de Maracaibo, apoderándose del barco, matando a su tripulación y pasajeros, además de apoderarse del aceite, vino, telas y demás mercancías que transportaba. Así, iban a iniciar sus ataques a las embarcaciones que circulaban por esa zona del lago, impidiendo el movimiento comercial de la región lacustre. El gobernador Gonzalo Piña de Ludueña nombraría entonces, al capitán Andrés de Velasco como Teniente de Gobernador de la Nueva Zamora, quien con veinticinco soldados armados, lograría pacificar la región lacustre, al obtener que los zaparas y sus aliados los aliles, regresaran a sus encomiendas y se aquietaran por un tiempo prolongado.
1600
Ataque masivo de los indios quiriquires a San Antonio de Gibraltar, con asalto e incendio a todas las viviendas, hasta destruir el poblado, además de atacar a la iglesia, flechar al Santo Cristo y prenderle fuego, sin lograr nada más que chamuscarlo, por lo cual desde entonces se le ha denominado como Cristo Negro, custodiado en la hoy Iglesia Catedral de Maracaibo.
Sacrificaron a la esposa del Teniente de Gobernador de Gibraltar, capitán Rodrigo de Argüelles, matándola a flechazos por ser su encomendera que los maltrataba y raptando a sus hijas, Leonor, Paula e Inés, además de una niña, Inés, hija de Leonor, las cuales serían rescatadas en distintas entradas contra los aborígenes, en los siguientes 17 años.
1606
Se intensificaría la resistencia indígena en la cuenca del Lago de Maracaibo, al unirse todas las etnias del norte y del sur en un bloque unido de lucha común contra el invasor español, gracias a los esfuerzos del cacique Nigale, de los zaparas, proceso de resistencia que se prolongaría por más de año y medio, concluido por la acción guerrera del capitán Juan Pacheco Maldonado, en el año 1607, el apresamiento de Nigale y el genocidio de los zaparas, aliles y otras etnias de la cuenca del Lago de Maracaibo.
1607
En el mes de junio de ese año, el día 23, el Cacique Nigale, en una vil celada, que le tendería el capitán trujillano Juan Pacheco Maldonado, sería apresado y más tarde, ahorcado en la Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, en el actual sitio donde se construiría el Teatro Baralt, como mártir de la resistencia indígena, ingresando a la inmortalidad de los grandes héroes patrios, mientras se exterminaban a casi todas las etnias indígenas del norte de la laguna.
Nacimiento a la gloria inmortal
1626-1627
El Cronista de Indias, Fray Pedro Simón, publicaría la “Primera Parte” de sus Noticias Historiales de la Conquista de Tierra Firme en las Indias Occidentales, donde dedicaría un amplio espacio a los acontecimientos históricos sobre la resistencia indígena del Cacique Nigale, texto reproducido textualmente en este estudio histórico, al exponer la unidad de la resistencia indígena lograda en la cuenca del Lago de Maracaibo, el genocidio de las etnias zaparas y aliles, así como la muerte alevosa del caudillo de los indios zapara, donde referimos al lector interesado.
1909
El educador Fernando Criollo, en su obra Elementos de Geografía del Zulia para uso de las escuelas, al tratar del apresamiento de Nigale, ha expresado: fue entonces, cuando, a una voz convenida, llevóse a efecto uno de esos hechos espeluznantes, villanamente premeditado, que ni aun las mas imperiosas necesidades de la conquista puede jamás justificar; los españoles, en número de dos para cada uno de los naturales, atacaron a éstos súbita y alevosamente, haciendo en ellos horrorosa carnicería. El resultado de esta “hazaña”, indigna del legendario valor del soldado castellano, fue la muerte de catorce de los indios y la prisión de Nigale con once de sus parciales. Maniatado Nigale y sus compañeros de infortunio, fueron con todas las mujeres, resto de la tribu, conducidos a Maracaibo, donde Pacheco Maldonado los hizo ahorcar, completando con este nuevo criminal acto de barbarie el exterminio de esta valiente nación. Nigale, el último cacique de los zaparas, conservó hasta el postrer instante de su vida el carácter indomable y la altivez irreductible de su raza.
1923
Vicente Dávila en su obra Investigaciones Históricas, después de casi 300 años de olvido, volvería a preocuparse por la figura histórica de Nigale, redactando su crónica Nigale, donde condenaba la acción infamante del capitán Juan Pacheco Maldonado, nada heroica ni nada hidalga, y se atrevería a expresar: Nigale y sus gandules pagaron con sus vidas la defensa de su libertad, que muchas veces, casi siempre, es delito para el vencido lo que es título de gloria para el vencedor. El valiente zapara, una vez en prisión, sabedor de la muerte que le esperaba, se envolvió en su mudez estoica, que si fue suprema virtud de los filósofos antiguos que así se apellidaron y halo de santidad en la cabeza de los mártires cristianos, era siempre patrimonio de los aborígenes de este indiano continente. Ni una queja lanzó en su infortunio el desgraciado Nigale que cayó, no como cuadraba a su valor, a brazo partido en la rudeza de la guazábara o con el fuerte oleaje de su lago en abordaje de las naves españolas, sino en triste celada. A tiempo de morir, en infamante horca, exclamó: “Mejor morir que perder la libertad”. Tales fueron las únicas y últimas palabras del zapara.
1937
Al publicarse la primera edición de las Obras Completas de Marcial Hernández, importante escritor zuliano muerto en 1921, en su tercer tomo titulado Violante, correspondiente a sus poemas, aparecería el romance El zapara, donde el poeta zuliano pintaría al Cacique Nigale, imaginativamente, después del exterminio de su pueblo y de la afrenta engañosa de Juan Pacheco Maldonado, suicidándose por su honor de guerrero, amante de la plena libertad. A pesar de su extensión, ese poema se reproducirá por su belleza literaria, sin importar esa licencia histórica, válida artísticamente, sobre la muerte del gran zapara, que de todos modos debe aclararse para evitar posibles confusiones, sobre todo en los niños y jóvenes, en el mejor conocimiento del líder de los indios zaparas:
Lago adentro, en el profundo
canal undoso que riega
de la ardiente Maracaibo
la verdecida ribera;
de pies en una canoa
que finge parda ballena;
con la izquierda en la cintura,
y en la palanca la diestra;
dando al soplo de la brisa
las enredadas guedejas,
un indio, grande y robusto,
la muerte del sol contempla.
A los postrimeros rayos
que vibra el astro en la sierra,
se cubren de manchas de oro
las copas de las palmeras.
Gala del cenit las nubes,
que fueron vellón de ovejas,
cual pieles de camaleones,
pasan a color de fresa.
Como la gota de tinta
que enturbia el agua, discreta
y lentamente la noche
va enlutando cielo y tierra.
y en los ojos del indiano
por instantes se condensa,
más que la nocturna sombra,
la sombra de la tristeza.Ese indiano es un cacique,
señor de la alcurnia fiera
de los destruidos zaparas:
es Nigale. Una pelea
lo derribó de su trono,
le humilló la audaz cabeza
y le transformó en espinas
las plumas de la diadema.
Vencido por Maldonado,
rumia cautivo la afrenta,
y al son de las auras dice
a la noche su querella:
“Hubo un tiempo en que el zapara,
libre dueño de su isleta,
miró deslizar la vida
como el agua en las arenas.
Nuestros padres en sus bongos
iban cantando a la pesca,
y Yarfá se los colmaba
sin trabajos y sin penas.
Lanzábanse, cual zamuros,
las piraguas a la guerra,
y de los arcos partían
cual golondrinas las flechas…
¡Qué gusto era ver entonces
en una tarde serena,
desde la mecida hamaca,
la nube sobre la cresta
de la colina, la espuma
sobre la onda revuelta,
y en el cogollo del mangle
los negros buitres alerta!…
Vinieron los españoles
y nos robaron la tierra,
pues siempre Yarfá dio el triunfo
a los que tienen más fuerzas.
Nada son nuestras canoas
ante sus casas que vuelan,
ni ante sus tubos de rayo
nuestros lanzones de vera.
Por uno que mata el indio,
nos mata el blanco cincuenta,
y a los que tal vez perdona
les remacha la cadena…
Yo, Nigale, yo, cacique,
¿habré de sacar sin tregua
los peces de la laguna
para la boca extranjera?
¡Libre he sido y libre soy
con mi orgullo y mi grandeza!
¡Ya no me importa la vida
cuando la patria está muerta!”.Tomó Nigale del fondo
de la canoa una cuerda;
ató un cabo a su garganta
y el otro a una grande piedra;
con las dos manos robustas,
como si de paja fuera,
levantó la grave mole
a la altura de las cejas,
y soltó… Cual verde cráter
que de súbito revienta,
se abrió el agua, alzando chispas
y oleajes de marea…
La canoa entre mil tumbos
escapó al sentirse suelta;
y en el fúnebre teatro
de la espantosa tragedia,
no se oyeron más rumores
que la blanda cantilena
de las olas y la brisa
musitando en las tinieblas.
1943
Juan Besson, en el primer tomo de su Historia del Estado Zulia, relataría el suceso histórico de la resistencia de los indios zaparas y de su valeroso Cacique Nigale, siguiendo la versión de Fray Pedro Simón, sin embargo al final de la narración añadiría, con laconismo acusador: Al día siguiente Pacheco consumó su iniquidad ahorcándolos a todos, regresando a Trujillo, donde fue muy festejado por la hazaña y debidamente premiado.
1953
David Belloso Rossell escribiría su crónica Nigale, la cual incluiría en su libro Llanura de tierra y agua, señalando que: Nigale, con su pequeño grupo de guerreros de mentalidad y armas primitivas, al rebelarse contra el mal trato que le dan los extraños que invaden su tierra y defender hasta la muerte que es suyo, deja en los albores de la conquista, el ejemplo de un carácter indomable y patriótico, que paga con la horca. Más de esa horca se proyectan rayos de luz que, alumbran con resplandor de gloria el episodio de su vida y la de su tribu, en los albores de nuestra historia patria.
1970
El cronista Fernando Guerrero Matheus, en su obra En la Ciudad y el Tiempo, escribiría una crónica titulada Los Señores de la Cuenca Lacustre, donde estudiaría al Indio Mara y al Cacique Nigale. Al hablar de la muerte del primero, elogiaría la resistencia indígena posterior, al expresar: Los indios continuaron luchando y hostigando a los españoles con todas las armas a su alcance y en todos los terrenos, defendiendo la heredad, las querencias, sus costumbres, sus viejos, familiares y queridos dioses; la comarca del lago, iluminada y generosa, la ancha, tendida devoción telúrica, con el más fiero fervor por la tierra natal. Del heroico Cacique Nigale, destacaría sus virtudes guerreras y humanas: audaz y arrogante, intrépido y astuto, valiente y bienquerido, temido y acatado en toda la extensión de la vasta cuenca y población lacustre.
1972
Manuel Vicente Magallanes en su obra Luchas e insurrecciones en la Venezuela colonial, al detenerse en los diversos movimientos de resistencia aborigen y abordar la sublevación de los zaparas, comenzaría por señalar aquel primer intento de querer sacudir el yugo de la obediencia en que vivían sujetos, durante el gobierno de Jorge Espira en 1538, hasta concluir su breve exposición diciendo: pero todavía en 1607, el cacique Nigal, valeroso caudillo de los zaparas, mantiénese en pie de guerra, en alto las banderas de la rebelión, sin ánimo de acatamiento a los conquistadores. Con su prisión, acaecida poco después, consumóse la reducción de aquellos indios, los contumaces y belicosos zaparas, luego de una cruenta batida que los dejó casi exterminados. En ese breve texto, conocido, Manuel Vicente Magallanes cometería el lapso de denominar Nigal al cacique, lo cual conllevaría el uso inadecuado de su nombre en una décima popular de Pedro Palmar y aún en la denominación del joven cronista histórico Pablo Nigal Palmar Paz, nieto del decimista.
1977
El Hermano Nectario María, en la segunda edición de su importante investigación Los orígenes de Maracaibo, al estudiar las dificultades y vicisitudes de la naciente ciudad, ha efectuado una descripción de los sucesos históricos acaecidos en la época de la resistencia indígena y de la muerte del Cacique Nigale, la más ajustada a la verdad histórica, evitando los errores, exageraciones y deficiencias, de Fray Pedro Simón, imaginativo autor y carente de fuentes documentales para la época. Por esa razón, hemos adoptado, en general, esa versión analítica del Hermano Nectario María, saludada con beneplácito por Yldefonso Finol, constante crítico del proceso colonial. Esa versión del afamado educador e investigador histórico H.N.M. se ha reproducido en este estudio, donde remitimos al lector interesado.
Ese mismo año de 1977, el escritor trujillano Ramón Urdaneta, en su estudio histórico-biográfico titulado: Vida y Pasión del Capitán Juan Pacheco Maldonado, al conmemorarse el cuatricentenario del natalicio de su biografiado, a su vez señalaría: el heroísmo de los caciques Nigale, Tolenigaste, Juan Pérez Malagüelo y Camiseto, dignos representantes de nuestro pretérito, que aun están a la espera de la justicia y reivindicación, y así mismo, evocaría la tenaz, empeñosa y decisiva batalla que dieron los indígenas de aquel entonces, en la defensa de sus terruños, destruyendo así el mito de la pasividad y la entrega frente a la conquista y dominación españolas.
1983
Ismael Silva Montañés incluiría la entrada Nigale en su obra Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano, donde concluiría diciendo: Premiaron el Rey y su Consejo de Indias, la sucia felonía del capitán Pacheco, con el gobierno de los Muzos y Colimas en el Nuevo Reino de Granada. Fray Pedro Simón califica la conducta de Nigale de “traición”; la de Pacheco de “ardid de guerra”; así se escribe la historia.
1984
Antonio Pérez Esclarín, al escribir su trabajo divulgativo titulado Los últimos paraujanos, escribiría una pequeña crónica sobre Nigale, donde seguiría la descripción de Fray Pedro Simón, para terminar expresando: Así, mediante esta vil traición, fueron derrotados los bravos zaparas, uno de los grupos más guerreros del Lago de Maracaibo, antecesores de los actuales paraujanos.
1988
La Fundación Polar, al publicar la primera edición del Diccionario de Historia de Venezuela, incorporaría la entrada Nigale, de carácter muy breve, basada en la versión de Fray Pedro Simón y con varios errores, entre ellos la fecha probable del nacimiento del cacique zapara, la cual se fijó en el año 1577, cuando ya había sido despoblada la Nueva Ciudad Rodrigo.
1991
El decimista Pedro Palmar, en su obra Constancia de un pescador, editada ese año, se refiere varias veces al cacique Nigale, denominándolo Nigal o Nigales, puede ser para lograr la rima. Así, en su texto Mara cantaría:
¡Oh Mara de la jungla
selvática española!,
de otrora fuiste cuna
de Mohana y Nigal,
de caciques relámpagos como rayos de luna
a la caza de barcos que venían del mar.
¡Eran noches de entonces
como espumas del alba,
como flores de abrojos
titilando posar!
¡Como estrellas gloriosas
en favor de la Patria,
con las ganas salvajes
de defender su Lar!
¡Eras Mara de entonces
esa jungla salvaje!
¡Cuna de los Caciques
de Mohana y Nigal!
¡Paraujanos en flores
de pintados tatuajes,
defendiendo con sangre
su terruño natal!
En A Guillermo Ferrer, cronista de la ciudad de Maracaibo, lo haría así:
Doctor Ferrer:
Es norma de mi pueblo y de mi gente,
haber nacido de origen descendientes
a los que tuvo Maracaibo ayer
A Nigales, doctor Ferrer:
A ese caribe fiero,
que prefirió morir como guerrero,
que entregarse a los cínicos del Rey.A ésos, doctor Ferrer
pertenecemos,
los humildes comarcanos de este pueblo,
que sólo obedecemos…
a los impulsos propios
de nuestra forma indígena de ser,
y por lo tanto, a nobles no tememos,
su rechazo de ingrato proceder.
En Isla de Toas, le dedicaría un fragmento:
¡Brazo del bravo y fiero
Cacique legendario,
llamado en la conquista
Nigales el mejor!
De todos cuanto en ella
su Patria defendieron
de la aberrante infamia
del Imperio Español.
En ese mismo año de 1991, Alciro (Amado) Pereira Parra, el primer alcalde del Municipio Insular José Prudencio Padilla, al celebrarse el segundo aniversario del municipio, crearía la Orden “Cacique Nigale”, para honrar la memoria del héroe de la resistencia indígena durante el período colonial y reconocer los méritos de aquellos ciudadanos que han dado su aporte significativo al progreso y bienestar del municipio. Esa condecoración ha sido otorgada: al sacerdote Francisco Hilarión Sánchez Carracedo, al cantante y compositor Víctor Alvarado, a los médicos Adalberto Lugo Rivas, Félix Benigno Molero Beltrán y Heberto Díaz Molero, al doctor en derecho Antonio Fuenmayor Andrade, al juez Héctor Peñaranda, al artista Hely Espina, al economista Ernesto Pardi y al ganadero y político Carmelo Contreras, entre otras personalidades meritorias.
1992
El profesor Antonio Gómez Espinoza, al editar en 1992, su versión definitiva de su Historia Fundamental del Zulia, en su primer tomo, iba a narrar los sucesos de la destrucción de los indios zaparas, siguiendo al cronista Fray Pedro Simón, sin embargo, concluyendo con sus propias expresiones: y con ello, desaparecieron de la boca del lago los aguerridos zaparas y toas y se extinguió el pueblo Veneciuela, origen del gentilicio nuestro. Nigale y sus compañeros se constituyeron desde entonces en ejemplo vivo de carácter indomable y de entrega total en beneficio de los intereses y libertad de su pueblo. Desde el lugar de su ahorcamiento, en la Plaza Mayor de Maracaibo, seguirán estos hombres siendo ejemplo vivo de amor a su patria, por el sacrificio y desinterés con que entregaron sus vidas en las primeras jornadas de la historia regional.
En ese mismo año de 1992, el médico e historiador Orlando Arrieta, en su obra Datos para la historia del Zulia, describiría la resistencia del Cacique Nigale, siguiendo la versión de Fray Pedro Simón y, finalizaba expresando: Juan Pacheco y sus soldados, en los dos barcos, regresaron a Moporo y desde allí a Trujillo, donde fueron recibidos con grandes aplausos en premio de tan horrible hazaña. De esta manera, murió a fines del mes de agosto de 1607, Nigale, el gran cacique de los zaparas y el último gran caudillo de los indios de nuestro lago.
1993
José Rafael Silva Cedeño dictaría su conferencia San Sebastián y el Cacique Nigale, guerreros y mártires, donde evocaría el recuerdo de nuestro mártir cacique Nigale, víctima de una celada en su refugio de la isla Zapara, sin armas, dispuestos a ayudar al capitán Juan Pacheco Maldonado, hijo del conquistador y fundador de la Nueva Ciudad Rodrigo, quien bajo engaño contrató los servicios del cacique Nigale y a un grupo de sus indios para la recolección de sal. Se había convenido presentarse sin armas. Para darles confianza, se presentaron los soldados de Pacheco aparentemente desarmados, llevando escondido el puñal en las mangas de sus camisas. Cuando mas confiados se encontraban los indios y su cacique, fueron atacados a puñaladas con un gran saldo de muertes y heridos. Los heridos, entre ellos el cacique Nigale fueron llevados como trofeo a Maracaibo. El dirigente y activista de la Sociedad Bolivariana concluía su conferencia con expresivas frases: El monumento a su recuerdo ha sido la roca de Zapara, donde el espíritu de Nigale es faro que guía al pacífico navegante que atraviesa la Barra, con las manos tendidas y los brazos abiertos, con gestos efusivos a la cordialidad zuliana, pero a la vez altivo vigilante, dispuesto a enfrentar y detener con heroísmo, que es norma de su estirpe, al atrevido invasor que trate de destruir la libertad de su pueblo.
1995
Al celebrarse el sexto aniversario de la creación del municipio insular “Almirante Padilla”, el Orador de Orden sería el doctor Antonio Fuenmayor Andrade, con su discurso sobre el cacique Nigale, al ser condecorado con la Orden “Cacique Nigale”, otorgada por la Alcaldía de ese municipio, concluyendo su alocución con unas palabras estimulantes: Nigale no fue derrotado, murió sí, pero si en su vida terrenal fue venerado y respetado, más lo es ahora, su tumba está en todos los corazones de los isleños y sobre ella se ha edificado un altar; hoy hay muchos Nigales que quieren defender lo suyo, hoy cuando este pueblo está despertando de su letargo, encontramos la fe viva y la esperanza encaminada, para finalizar con un llamado a las actuales y venideras generaciones de isleños: A los nuevos Nigale, les toca inmolarse por su pueblo. Esa actividad cultural sería difundida por el líder wayúu y antropólogo Nemesio Montiel Fernández, en su acostumbrada crónica periodística Casachiki, del diario Panorama.
1997
Al cumplirse 390 años de la muerte del Cacique Nigale, Yldefonso Finol publicaría su crónica literaria Nigale, en el diario Panorama, plena de ficción y de realidad, de rabia, dolor y vergüenza por el exterminio de la etnia zapara, antecesora de los añú y por su traicionado Cacique Nigale, ahorcado por los invasores españoles. De aquel movimiento de resistencia indígena, Yidefonso Finol nos recordaría: La sublevación de los zaparas que llevaba treinta y seis años en vigencia y que se proyectaría hasta entrado el siglo XVII, tuvo como su último y más querido líder al cacique Nigale. Convertido en tal por su gallardía y el conocimiento exacto que tenía de las intenciones del invasor, Nigale logró unificar en un solo ejército a todos los grupos familiares y clanes de las riberas del Coquibacoa, teniendo su base de operaciones en Zapara, su cuna natal, desde donde dominaba con estratégica visión, la entrada al lago. Hubo de venir el hijo del esclavista Alonso Pacheco, el capitán Juan Pacheco Maldonado, quien prácticamente compartió su infancia con el entonces “indiecito esclavo”, a tenderle la celada traicionera que lo sacaría de en medio. Y Nigale cayó en la trampa. Lamentablemente. Lo hicieron preso y luego de exhibirlo como trofeo a la traición, lo ahorcaron.
1998
En el mes de marzo, saldría de la imprenta Como la raíz del mangle, libro de Yldefonso Finol, donde incluiría un poema en honor al cacique Nigale:
Nigale es tu palabra mágica patriecita
la palabra secuestrada
de tus manos maíz tierno
pesca fresca
proteína segura de tu pueblo
Nigale
la poesía clavada en el alma
como la raíz del mangle en la humedad del agua
caravana de buchones
tras cardumen de esperanza
bandadas de canoas a la libertad
Nigale es nuestra fortaleza
bebamos sus lágrimas de guerrero encerrado
cuando desmayen las ganas de luchar
no habrá traición posible
por el ejemplo de su infernal martirio
cantemos a Nigale
una palabra desconocida y distante
que algún día nos salvará
de tanta porquería.
1999
Luis Guillermo Hernández y Jesús Ángel Parra, incluyeron una entrada, Nigale, en el segundo tomo de su obra enciclopédica Diccionario General del Zulia, narrando brevemente la odisea guerrera de Nigale y de su etnia.
2001
En el mes de agosto, vería la luz pública Memorias del Zulia de Pedro Alciro Barboza de la Torre, especie de índice cronológica de la región zuliana, donde se incluye el proceso de la rebelión final de Nigale y de su tribu, con su genocidio y muerte total, en el año 1605, desde luego un lapso histórico del autor por su edad avanzada, sin embargo ha terminando señalando: Está bien el Monumento levantado al Cacique Mara; pero ¿Quién le levantará un monumento al Cacique Nigale, el mártir jefe de los indios zaparas?
Circularía en Maracaibo, el primer número del periódico El Correo de Nigale, el día 12 de octubre de 2001, siendo su director-presidente Yldefonso Finol y su director-editorial Antonio Boza, donde Yldefonso Finol publicaría, de nuevo, su crónica Nigale, publicada inicialmente en el diario Panorama en el año 1997.
2002
Yldefonso Finol publicaría, a través del Fondo Editorial Nigale, su obra: El Cacique Nigale y la ocupación europea de Maracaibo, estudiando el proceso de la resistencia indígena, texto acompañado por las ilustraciones del artista visual Daniel Paz, donde confunde a propósito el mito y la historia, la ficción y la realidad. Los datos históricos se camuflan dentro de la visión. Ensayo que en parte tiende a lo novelesco, en un lenguaje diáfano y emocionado, según la acertada apreciación del joven ensayista José Javier León, autor de la nota de contraportada, quien iba a concluir, expresando: La resistencia continúa, y el ejemplo de Nigale reclama su sitio en el manipulado imaginario de los héroes nacionales.
Alciro (Amado) Pereira Parra, al publicar su obra Historia viva del municipio Almirante Padilla, le dedicaría un espacio a la Vida y muerte de Nigale, donde ha sostenido como fecha de su nacimiento el año de 1551, lo cual parece difícil de aceptar, aunque el autor se ha basado en una frase del capitán Alonso Pacheco, emitida en 1571, sin citar la fuente documental de esa afirmación. Así mismo, reproduciría su décima Al Cacique Nigale, escrita durante los años anteriores:
I
¡Ah!, que triste suena el viento
que alegres son tus auroras,
vuelan tus aves canoras
en torno a tu firmamento.
Zapara eres un portento
en bellezas naturales,
de históricos pedestales
médanos y mar inmenso
eres la luz, el incienso
y cuna de los nigales.II
En los años mil quinientos
Zapara inicia su historia,
el cual le llenó de gloria
un feliz advenimiento
al nacer allí un portento
en medio de dunadales,
de caños y matorrales
nace un niño fuerte y sano
donde el pueblo paraujano
le da el nombre de Nigale.III
El niño se hizo valiente
y lleno de gallardía
era el cacique, era el guía
de todo los de su gente,
no le temía a la muerte
era audaz, era veloz,
astuto, inquieto y atroz
de los toas y zapara
también de los indios mara
él era una sola voz.IV
En esta tierra que baña
la mar murmurosamente
se libraron cruentamente
peleas con gente extraña
tan solo por una engaña
de gente de ira enojo,
los nativos con arrojo
defienden su libertad
pero es tanta la crueldad
que el lago tiñó de rojo.V
Esta batalla se dio
en el mil seiscientos siete
donde Nigale el grumete
esta tierra defendió
así fue como entregó
su vida y tierra el guerrero
que hoy es el sol, el lucero
del gentilicio zuliano
el del pueblo paraujano
en su razón y sendero.VI
Hoy tu pueblo reunido
te ha querido recordar
levantando un pedestal
en lo que fuese tu nido
sacándote del olvido
brindándote los honores
que viles historiadores
niegan que fuiste el guiador,
el camino, el redentor
de nuestros libertadores.
2006
La décima Al Cacique Nigale de Alciro (Amado) Pereira, sería reproducida en fragmentos, en la isla de Zapara, en murales gigantes ubicados en las paredes del tanque de agua, por el artista plástico Johnny Espina, activador de la Misión Cultura, en marzo de ese año, quien pintaría al Cacique Nigale, en una actitud muy digna, mientras ilustraría el feroz combate de los indios zaparas contra los soldados españoles de Juan Pacheco Maldonado, pinturas que por su valor perecedero y buscando su conservación histórica a través del libro, se han incluido varias de ellas, entre las ilustraciones de este estudio. Del mismo modo, el poema El Gran Cacique Nigale, original de Julio Parra y también reproducido en los murales de Johnny Espina, se incluirá a continuación:
Este poema me sale
para decirle a la gente,
que nuestra sangre es descendiente
de los indios ancestrales,
del Gran Cacique Nigale
que en esta tierra luchara,
contra el español peleara
para defender su tierra,
toda esta historia se encierra
en la Isla de Zapara;
este indio dio la cara
donde a su tribu perdió
y él prisionero quedó,
perdió lo que un día soñara
y el español se adueñara
de estas tierras naturales,
y al Gran Cacique Nigale
se lo llevan de Zapara,
y en Maracaibo expirara
en manos de criminales.
El centro educativo de la isla de Zapara, después de años de peticiones, sería denominado Escuela Nigale, donde los niños de la tierra natal del cacique zapara, estudian de primero a sexto grado, además de tener una sección de preescolar, en tres aulas, que se están ampliando a seis, desde hace varios años de construcción.
El Grupo de Teatro “Mampara”, fundado en Maracaibo en 1984 por Jazmina Jiménez, instrumentaría, en ese año, el Taller “Teatro del Agua” en el Municipio Insular Almirante Padilla, en dos de sus islas: San Carlos y Toas, adaptado a las necesidades sociales, históricas y ecológicas de esas islas, para ofrecer al habitante y al turista entretenimiento a través del hecho artístico, en sus espacios naturales y haciendo uso de los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. Montaron la obra Nigale, con el apoyo del Instituto de las Artes Escénicas y Musicales (IAEM), con Adaluz López en el papel central de Nigale; los indios interpretados por: Vanesa Osorio, Idalia Osorio, Jirvania Fuenmayor, Yulainy Alvarado, Yonerquín Morán, Joana García, Keiber López, Víctor Morán, Hidalgo Osorio y Mostaza Jhadad; los españoles actuados por: Jexson Fuenmayor, Jesús Valbuena, Kimberlín Morán, Amberli Morán y Erika Valbuena. Asistente de Producción: Luz Marina López. Fotografía: Ernesto Acosta. Vestuario: Maritza González. Facilitador y Concepto de Escena: Ilya Izaguirre. Coordinación General: Jazmina Jiménez. Productora: Jenny Lind Izaguirre. Producción General: Grupo de Teatro Mampara.
A finales de ese año, el Gobierno Nacional decidiría que el segundo puente sobre el Lago de Maracaibo llevaría el nombre de Puente Nigale, obra monumental de la ingeniería moderna, con una extensión mixta de vialidad y vía férrea de 10.8 kilómetros, con tres islas artificiales, con fines turísticos, que servirán de soporte para el trayecto del puente y del túnel submarino, que se extenderá por 5.2 kilómetros, como el primero en ser ejecutado en Venezuela. Se invertirán 1.650 millones de dólares en la obra y generará en la fase de construcción, más de cinco mil empleos, entre directos e indirectos, para concluirse en cinco años. Se colocaría la primera piedra de ese reconocimiento perenne a la memoria del máximo líder de la resistencia indígena en la cuenca del Lago de Maracaibo, quien bien merece compartir con el cacique Guaicaipuro, el mérito de haber unido numerosas etnias aborígenes en pro de la liberación del yugo español, en el hoy territorio venezolano, manteniendo esa lucha patriótica por cerca de una década.
Así mismo, la Sociedad Bolivariana del Zulia, presidida por el educador Jesús Molina Balzán, con el apoyo nacional de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, ha planificado una ciudad cultural popular, con el nombre de Ciudad Nigale, quizás en territorio marense o en la isla de Zapara, cuna del valeroso cacique.
2007
Al iniciarse el año cuatricentenario del genocidio de los zaparas y de otras etnias indígenas de la cuenca lacustre, así como de la cobarde celada tendida al Cacique Nigale para apresarlo y posteriormente, sacrificarlo en la horca, en la Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, se han efectuado diversas actividades históricas y culturales en la búsqueda de la preservación de su nombre ilustre de prócer y mártir aborigen sacrificado por el poderío del imperio español de la época.
En el mes de julio, el historiador marense Pablo Nigal Palmar Paz, quien es de ascendencia añú y en su segundo nombre honra al cacique de los zaparas, publicaría su folleto titulado Nigale y la resistencia aborigen en la Cuenca del Lago de Maracaibo entre los años 1598-1607, con portada del artista plástico Daniel Paz, donde se iba a sintetizar brevemente la trágica historia de esa etnia indígena y de su máximo líder, exterminados en una celada del capitán trujillano Juan Pacheco Maldonado, por su prolongada resistencia indígena, conjuntamente con otros caciques de los grupos aborígenes de la misma cuenca lacustre.
En la isla de Toas se inauguraría un busto del Cacique Nigale, en la zona de Punta Arenales, esculpido por Benito Almarza, artista nativo de la isla, el cual reproducimos en las ilustraciones de este estudio. El busto se realizaría por la iniciativa de las concejales indígenas de los municipios Mara y Almirante Padilla, Flor María Luzardo y María Castillo, a la vez que la Misión Cultura realizaba un justiciero homenaje a la memoria de Nigale.
El 4 de agosto, en la isla de San Carlos, del municipio Almirante Padilla, se presentaría la obra escénica Nigale, con el Taller “Teatro del Agua”, con texto y dirección de Ilya Izaguirre, como resultado de los talleres del Grupo de Teatro “Mampara” en ese territorio insular, con el patrocinio de CORPOZULIA y con la participación de quince personas, entre niños y jóvenes, todos de la localidad, en un escenario natural, a orillas de la playa, en funciones de tarde y de noche, está ultima con el uso de antorchas. Sería protagonizada por Yoendry Delgado, en el papel de Nigale; los indios representados por: Yenifer Parra, Mari-Carmen Goncalve, Maikel González, Naylú Delgado, Mabe Torres, Malin Torres, Ney Delgado; los españoles interpretados por: Gheniver Chirinos, Nairobis Morán, José Delgado y Yoalis Chapín. Asistente de Producción y Escena: Gheniver Chirinos. Colaboradores de Escena: León Morán, Zaida Parra y Bebzaida Vásquez. Fotografía: Ernesto Acosta. Vestuario: Maritza González. Facilitador y Propuesta de Escena: Ilya Izaguirre. Coordinación General: Yazmina Jiménez. Productora: Jenny Lind Izaguirre. Producción General: Grupo de Teatro Mampara. Por su interés cultural, incluimos el Teatro del Agua, entre las ilustraciones de esta investigación, ya es el segundo año que se ha realizado esta escenificación en honor al valeroso Nigale, inmolado en 1607, tras una cruenta batalla desigual entre los indígenas zaparas y los soldados españoles de Juan Pacheco Maldonado.
Yazmina Jiménez, fundadora de esa conocida agrupación teatral marabina, ha escrito un texto de presentación para el montaje escénico de su hijo Ilya Izaguirre, titulado: El Cacique Nigale: Canto de libertad del “Teatro del Agua”, el cual se ha reproducido, aclarando que, como expresión artística muestra la libertad de las concepciones de su autora y no contiene, necesariamente, un evidente valor histórico: “La pequeña lancha ha partido desde el muelle del Moján hacia la hermosa isla de San Carlos, que se encuentra situada al norte del Lago de Maracaibo y que al igual que las islas de Toas, Zapara y otras más pequeñas, como Maraca, forman parte del archipiélago zuliano. Se han embarcado cuarenta personas entre isleños y turistas, incluyendo a Ilya Izaguirre, uno de nuestros trovadores, que lleva con él, su concha de tortuga, su energía, su creatividad, su creencia y la del Grupo de Teatro Mampara que solo la tenacidad hace posible nuestra misión y visión como agrupación cultural, de lo que debe ser la creación teatral y su importancia como hecho transformador de los espacios del alma.
A medida que la embarcación navega, el lago parece engordar y observa su tupida vegetación, sus manglares enmoñados en el agua susurrante, el canto de los pájaros, movimientos de serpientes y hasta el rugir de los cunaguaros; un poco a la derecha se divisa la isla de Toas, con sus canteras y algunas pequeñas canoas artesanales de pescadores. “Volando bajo, una bandada de cuervos rinde culto al Lago”. El aire mañanero se confunde con el calor del sol, que ha empezado a arder sobre la cara de los viajantes y el agua que chispea con el navegar de la lancha, produce un diluvio de imágenes, en la memoria ancestral de Ilya “El viento le arrebata el sombrero wayúu y se lo coloca al Lago”
A partir de este instante, durante los veinticinco minutos de viaje, Ilya “enciende la leña sobre el lugar de los sueños”. Ahora, todo lo que evoque será el pretexto para la creación de la dramaturgia del Teatro del Agua, innovación ética y estética en el país. En su ensoñación divisa a Maarak, cacique guerrero, fundador de poblados añú y que durante treinta años, durante la conquista, vio desaparecer miles de sus coterráneos en guerra y esclavitud. Maarak cubierto de vasijas de barro, una atarraya y otros enseres, yace inerte, colocado en una canoa arrastrada por un séquito de tortugas. Demasiados años en una contienda por sus tierras y su cultura, los maltratos y las heridas han hecho sucumbir al guerrero. Maarak desaparece en el horizonte, acompañado de toninas y manatíes. De nada sirvió obsequiar, con ternura, conchas de tortuga al conquistador, que para los añú eran muy importantes, porque representaban al lago, al que imaginaban como un gran cascarón cóncavo volteado hacia arriba.
La lancha llega al muelle de la isla de San Carlos. A Ilya lo están esperando ansiosos los niños; uno de ellos corre a comunicar que el maestro ha llegado y se reúnen en la orilla de la playa. Quieren saber que es el teatro. – ¿Es televisión?, ¿cine? – No, contesta Ilya. Es una relación directa con el público, es una verdad física y creativa, donde cada acción que realizamos, es observada y cada palabra que decimos, debe producir un impacto en el espectador; debemos encantarlo, para que el público vuelva. Con su capacidad de comunicación, les va hablando de sus cuerpos y la importancia como un todo; poco a poco, se nutre de la palabra que va fluyendo de ellos, para incorporarla a la escritura colectiva.
Les habla de Nigale, aquel niño sumido en la esclavitud, bajo la tiranía de Alonso Pacheco, y como desde su infancia aprendió a hablar el idioma de los alijunas; de cómo Nigale fue escuchando y analizando a los conquistadores, lo que le permitió informar a sus mayores, acerca de las nuevas trampas, para que los añú se defendieran. En una de las tantas batallas, Nigale logró escapar e inició la defensa de las castas indígenas y adquirió el rango de cacique.
“El conquistador ladino esconde su mirada cruel”. Nigale enfrentado constantemente a sus enemigos, trata de retomar la tierra de sus ancestros, la de él, la de todos. Añora el tiempo de Yanama (el trabajo colectivo), de Akumüja miichi (construcción de las nuevas casas para parejas), de Atpajja (recolección recosechas) y del Ajalajaawa (cacería en grupo). No pudo ser; la traición llegó y Nigale fue ahorcado en la Plaza Mayor de esta ciudad, que llamaron los españoles Nueva Zamora de la Laguna de Maracaibo, pero que se llama Maraaiwo (lugar de serpientes).
Todo está listo para la representación; estamos con Ilya en esta odisea: Jenny Lind Izaguirre, Fernando Acosta, Maritza González, Ernesto Acosta y yo, Yazmina Jiménez.
El espectáculo se inicia a orillas del Lago de Coquibacoa. Nigale ha regresado y será escuchado en ese lugar de recreación. Todas las miradas se dirigen a un colectivo de jóvenes que cuentan la historia, que ha estado oculta durante siglos, pero ahora Nigale habla a través de sus cuerpos y la palabra. Para que podamos construir los tiempos del Yanama”.
El 28 de agosto, CORPOZULIA daría el veredicto de su concurso musical “El Zulia y sus Recursos”, en su décima primera edición, en los géneros de danza, contradanza, décima, bambuco y vals, para estimular la producción musical de los creadores zulianos. El jurado constituido por: Rafael Rincón González, Víctor Alvarado, Alfonso Márquez, Pablo Palmar, José Ernesto Vásquez, Miguel Ordóñez y Luisa Urribarrí, premiaría, varios temas musicales sobre la figura heroica del Cacique Nigale, entre otros, que muy pronto deberán difundirse ampliamente por sus autores.
A través de una investigación histórico-biográfica de varios meses de duración, con el auspicio de la Sociedad Bolivariana del Estado Zulia y el patrocinio de BARIPETROL, el historiador de la zulianidad doctor Luis Guillermo Hernández, con el bachiller Luis Perozo Cervantes como asistente de investigación, iba a realizar este estudio titulado El Cacique Nigale y su tiempo. Resistencia indígena en la cuenca del Lago de Maracaibo, el cual ha sido editado por la Filial de PDVSA, en homenaje a los cuatro siglos de la muerte del valiente Cacique Nigale y del genocidio de su etnia zapara, en junio de 1607.
Alciro (Amado) Pereira Parra, cronista de las islas y exalcalde del municipio insular Almirante Padilla, ha terminado la redacción de su trabajo Nigale, el Moisés de los Añú, con 85 páginas de texto, ilustrado por su hijo Amado Nervo Pereira Alvarado y prologado por el periodista José Finol Linares, el cual será editado por CARBOZULIA, durante este año cuatricentenario.
Se está intentando la exaltación simbólica de la figura del cacique Nigale, al Panteón del Zulia, templo de los inmortales del Zulia y así mismo, estimular el mejor conocimiento y la difusión del nombre del cacique Nigale, sobre todo a través de los medios de comunicación y de charlas a los diversos sectores de la población. Del mismo modo, el rescate de la isla natal de Nigale, Zapara, logrando algunas mejoras en sus servicios y dotaciones públicas, para intentar obtener un mejor standard de vida para sus pobladores.
Así, se han unido la música, la historia y al teatro, en este homenaje tan sentido y que ha movido las fibras de la zulianidad, pero el cuatricentenario de aquellos terribles sucesos no puede ni debe quedarse en esas evocaciones, justicieras y sensibles, que el polvo del tiempo se encargará de sepultar. Por ello, sin pecar de utópicos, sino tratando de entender que el hombre no ha sido ni será nunca un solitario insensible, sino el integrante de una comunidad, la parcela de un pueblo, se ha creído necesario aclarar que una condecoración, un puente monumental, una ciudad cultural popular, unos libros, una escuela, una representación teatral, la sensible música y aún la exaltación al templo de los inmortales, el Panteón del Zulia, son homenajes dignos de Nigale y de su pueblo. Sin embargo lo más importante es la gente, la comunidad que busca y espera la felicidad, aunque sea relativa y por eso, insistimos que el mejor homenaje a Nigale y a su pueblo zapara, estén donde estén, según las creencias de cada uno, sería el rescate físico de su isla natal, Zapara, donde sus descendientes viven en condiciones indignas de uno de los países más ricos del mundo, que posee petróleo, gas y otros productos minerales, vegetales y animales, sobre todo el primero, material energético mundial de primera necesidad y valoración, con el cual el pequeño Nigale ya jugaba, denominándolo mene, cuando ayudaba a sus mayores a encalar sus embarcaciones, para recorrer, entonces, en plena y absoluta libertad su comarca natal.
Ese sería el reconocimiento más sentido, a su memoria persistente durante cuatro siglos, a su calidad de gran líder de la resistencia indígena contra el poderío del imperio español en los inicios del siglo XVII. Esperemos que así lo entiendan los gobiernos nacionales, regionales y municipales.
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